Después llegó a Derbe y a Listra. Había allí cierto discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer judía creyente, pero de padre griego; y daban buen testimonio de él los hermanos que estaban en Listra y en Iconio. Quiso Pablo que éste fuera con él; y tomándolo, lo circuncidó por causa de los judíos que había en aquellos lugares, pues todos sabían que su padre era griego.
Hechos 16:1-3
Pablo está en Listra de nuevo, la ciudad donde se había enfrentado con la más severa oposición de su primer viaje misionero. Ahí había llevado a un hombre joven a Cristo en esa primera ocasión, quien era ahora todavía un niño de tan sólo como unos dieciséis años. Pablo pensó que había observado varios dones en él, dones de ministerio, quizás de sabiduría y de conocimiento en las Escrituras, de enseñanza y de predicación. Quería llevarse a Timoteo consigo, utilizando esos maravillosos medios de disciplina que nunca han sido sustituidos, el proceso y el método por el cual Jesús mismo entrenó a hombres: llevándoselos consigo y enseñándoles mientras ministraban juntos.
Pero había un pequeño problema. Timoteo era medio judío y medio griego. Su padre era griego pero su madre era judía, y de acuerdo a los judíos esto le hacía un judío. El pueblo judío tenía una forma muy práctica de pensar sobre esto. Decían que cualquiera podía saber quién era su madre, pero nunca puedes estar seguro de quién es el padre. Así que consideraban que la línea de herencia venía por medio de la madre, y Timoteo, por lo tanto, era considerado judío.
La cosa asombrosa es que Pablo circuncidó a Timoteo, mientras que anteriormente había rehusado hacer lo mismo a Tito. Esto no está registrado en los Hechos, sino de un pasaje paralelo en Gálatas, del cual hemos aprendido que había tomado a Tito, que era griego, consigo y había ido a Jerusalén. Los hermanos judíos ahí habían querido circuncidar a Tito, pero Pablo se había negado totalmente. Había sido firme porque el haberlo permitido hubiera sido una concesión a la idea de que tenías que convertirte en judío para poder convertirte en cristiano.
Aquí hay una maravillosa indicación de cómo saber la mente y voluntad de Dios. En cualquier situación en la cual están involucrados costumbres y rituales, asuntos culturales, la regla gobernante es el encontrar el gran principio subyacente que está en juego y el actuar de acuerdo a él. En el caso de Tito, hubiera sido devastador haberle circuncidado. El permitir a este hombre joven, enteramente griego, un gentil, ser circuncidado hubiera significado ceder a todo el concepto del legalismo y aprobarlo como una enseñanza cristiana. Pero el caso de Timoteo es distinto. Timoteo es considerado judío, y para evitar ofender a los judíos entre los que deben obrar, para poder abrir la puerta de aceptación por ellos, Pablo se somete a este ritual del Antiguo Testamento y circuncida a Timoteo. Porque aquí el principio gobernante es: “A todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos” (1 Corintios 9:22b). Esta aproximación puede resultar en dos acciones aparentemente contradictorias, pero todo es reconciliado al ver el gran principio subyacente.
Padre, ayúdame a discernir Tu voluntad al ver el principio subyacente y a actuar de acuerdo a él.
Aplicación a la vida
Cuando hay asuntos culturales en juego, ¿cuál es la mejor manera de determinar los pensamientos y voluntad de Dios? ¿Es seguro el simplemente “improvisar”? ¿Es nuestro entendimiento de la gracia comparada con el legalismo suficiente para informarnos cuándo necesitamos aplicar los principios determinantes?