Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, sopló en su nariz aliento de vida y fue el hombre un ser viviente.
Génesis 2:7
Aquí tenemos un maravilloso relato condensado de algunas cosas enormemente significativas. No creo que tengamos necesidad de valernos de argucias acerca de cómo formó Dios el cuerpo del hombre. ¿Cogió un montón de barro, lo mojó en agua para hacer una especie de estatua de barro para a continuación soplar la vida al hombre? Nadie lo sabe. Indudablemente, cuando pensamos en el milagro de la concepción y del nacimiento, no tenemos necesidad de preguntar acerca de la habilidad de Dios para crear al hombre a Su propia manera asombrosa. Tal vez el suceso tuviese lugar siguiendo la línea del desarrollo del nacimiento. No creo que debamos preocuparnos por algunas de las preguntas acerca de las cuales las personas han peleado en el pasado. Poco importa si Adán tuvo o no un ombligo. Lo que se nos dice aquí es que existen tres divisiones del hombre.
Dios empezó por hacer el cuerpo del hombre y lo hizo del polvo de la tierra. Indudablemente, es verdad que los mismos elementos que se encuentran en el polvo de la tierra se encuentran también en el cuerpo de los seres humanos. Esto es algo que se ha comprobado que es una realidad, porque volvemos al polvo.
Puede que no entendamos totalmente lo que esto significa al leer estas preñadas frases acerca de la formación del cuerpo del hombre, pero es importante que nos fijemos en que, aunque evidentemente el cuerpo del hombre fue formado primero, el texto mismo no dice “cuerpo” sino que dice: “formó al hombre del polvo de la tierra”. Creo que esto resulta significativo. El hombre es más que un cuerpo, no es sencillamente una pieza animada de filete de ternera o un pedazo de carne con un sistema nervioso. Es más que un cuerpo, pues posee un alma además de un cuerpo. Las funciones del alma están unidas, de forma maravillosa, con las del cuerpo de maneras que nosotros no hemos ni siquiera empezado a comprender.
Por ejemplo, las funciones del alma (en gran parte la razón, las emociones y la voluntad) son también funciones de nuestra vida física. La razón está relacionada con el cerebro, porque es sólo cuando funciona el cerebro cuando sucede el razonamiento. Las glándulas tienen un gran poder sobre nuestra vida emocional, y, por ello, las funciones del alma están unidas de una manera extraordinaria con el cuerpo, y nadie puede entender completamente el misterio de todo ello. Al formar al hombre, Dios hizo al mismo tiempo el cuerpo y el alma, con las capacidades necesarias para que funcionase el alma, que se encontraba latente en el cuerpo del hombre.
Entonces, en este cuerpo con un alma inactiva, sopló un espíritu vivo por las ventanas de su nariz. La frase aliento de vida significa en hebreo: “espíritu de vida”. La palabra para aliento y para espíritu es la misma, de manera que esto es más que una sencilla imagen de Dios soplando en las narices del hombre. No se trata aquí de una resucitación cara a cara, sino que se refiere a impartir el espíritu al hombre. El espíritu es nuestra naturaleza esencial, y esto es lo que distingue al hombre de manera tan extraordinaria de la creación animal. De este modo el hombre se convierte en un ser que existe con un cuerpo, un alma y un espíritu.
¡Señor, te alabo porque he sido creado de una manera asombrosa y maravillosa!
Aplicación a la vida
Así como una bombilla requiere electricidad para funcionar, así nuestra humanidad, que es tripartita, está diseñada para utilizar el espíritu viviente de Cristo para funcionar apropiadamente. ¿Cómo es la luz que estamos emitiendo?