Dijo entonces Adán: “¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Será llamada ‘Mujer’, porque del hombre fue tomada”. Por tanto dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán una sola carne.
Génesis 2:23-25
Éste es un pasaje extraordinario porque reúne los grandes conceptos del matrimonio que encontramos en diversos lugares de la Biblia. Después de que Dios acabase de crear a la mujer y Adán durmiese con un sueño profundo, Dios le trajo la mujer a Adán. ¡Qué escena debió de ser ésa! Aquí tenemos la primera de una larga serie de historias relacionadas con un muchacho que conoce a una muchacha. De este relato surgen cuatro factores que son esenciales para el matrimonio.
El primero de ellos es que es preciso que el matrimonio represente una identidad completa, puesto que los dos han de ser uno. La primera reacción de Adán al ver a su mujer fue: “Ésta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne”, o “ella es un solo ser conmigo”. Esto es algo que se enfatiza en la segunda parte del versículo 24, que añade: “y serán una sola carne”. No es sin razón que esto se ha convertido en parte del servicio del matrimonio, es decir, el reconocer la unidad. Como alguien ha dicho muy acertadamente, la palabra que sobre todo hace que el matrimonio tenga éxito es “nuestro”.
La segunda cosa es el principio bíblico de dirección, que se desarrolla de una manera mucho más extensa en el Nuevo Testamento. “Será llamada ‘Mujer’, porque del hombre fue tomada”. Pablo habla más extensamente acerca de esto en su epístola a Timoteo, con el fin de destacar el hecho de que el hombre no fue hecho para la mujer, sino que la mujer fue hecha para el hombre. Es el hombre quien a la postre es responsable ante Dios de la naturaleza y el carácter del hogar. Es el hombre quien debe ejercer el liderazgo en cuanto a determinar la dirección en que debe ir el hogar y, por lo tanto, debe responder de ese liderazgo, o de su falta del mismo, ante Dios. La responsabilidad de la mujer es reconocer este liderazgo.
El tercer factor indicado aquí que caracteriza al verdadero matrimonio es la permanencia. “Por tanto dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán una sola carne”. En el texto hebreo encontramos la palabra dabag, que significa: “adherirse firmemente, como si fueran pegados con goma”. Es preciso que el marido se adhiera a su mujer. Debe abandonar a todas las demás y adherirse a ella. Sea ella como sea, él debe vivir unido a ella. Debe permanecer con ella, y ella con él, porque el matrimonio es una cosa permanente.
Finalmente, el cuarto factor es el que se menciona en el versículo 25: “Estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, pero no se avergonzaban”. Esto habla claramente acerca de sinceridad entre el hombre y la mujer. No tienen ningún secreto; no hay nada que no compartan el uno con el otro. Es el no lograr esta clase de sinceridad lo que realmente es la causa de tantos fracasos en el matrimonio en la actualidad, la total falta de comunicación, cuando los dos se sientan mirándose el uno al otro y no dicen nada, o hablan sencillamente acerca de cosas superficialmente triviales. Con frecuencia éste es el motivo por el que se juzgan el uno al otro, intentando cada uno que el otro esté de acuerdo y no estando dispuestos a permitir que existan las diferencias en los puntos de vista. Debe haber libertad en la comunicación el uno con el otro. Los matrimonios se marchitan, se debilitan y fracasan totalmente cuando esto no sucede.
Padre, gracias por el don del matrimonio y por revelar Tu plan perfecto para que funcione la unión entre el marido y la mujer.
Aplicación a la vida
¿Hemos nosotros reconocido y aceptado totalmente el plan perfecto de Dios para el matrimonio? ¿Cuáles son los cuatro factores que son esenciales para el matrimonio tal como Dios los designó para que los aplicásemos?