Conoció de nuevo Adán a su mujer, la cual dio a luz un hijo, y llamó su nombre Set, pues dijo: “Dios me ha dado otro hijo en lugar de Abel, a quien mató Caín”. Y a Set también le nació un hijo, al que puso por nombre Enós. Entonces los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová.
Génesis 4:25-26
Estos nombres resultan de lo más sugestivos: Set significa “nombrado”. Eva dijo: “Le llamaré ‘Nombrado’, porque Dios ha nombrado a otro hijo para ocupar el lugar de Abel”. Cuando el hombre de fe es llevado de este mundo, la obra de Dios no acaba, porque Él coloca a otro. Yo me he sentido muy impresionado por el epitafio en la tumba de John Wesley en la abadía de Westminster en Londres: “Dios entierra a Su obrero, pero continúa con Su obra”. Y aquí también sigue adelante la obra de Dios, pues nombra a otro hijo.
El nombre del hijo de Set fue Enós, que significa “mortal”. Esto sugiere la idea de que en medio de aquella civilización de Caín, que se negó con orgullo a reconocer la gangrena que estaba atacando el corazón de la humanidad y su deseo de conseguir de manera falsa los lujos y las comodidades que Dios ha diseñado, reconoció en aquella generación su mortalidad y, por ello, su dependencia de Dios. Hubo aquellos que siguieron la senda estrecha de Dios y, como continúa diciendo el relato, “comenzaron a invocar el nombre de Jehová”. Reconocieron que es preciso que sea Dios el que sane nuestros corazones antes de que podamos tener todas las cosas que nuestros corazones anhelan ardientemente, que es preciso que eliminemos el cáncer en nuestro interior antes de que podamos empezar a vivir.
Desde el principio mismo las Escrituras se esfuerzan por dejar perfectamente claro que sólo existen dos maneras de vivir. Está el camino amplio, que muchos están siguiendo, que parece tan lógico pero que conduce a la destrucción, y está el camino estrecho, que comienza en el punto en que la persona se encuentra sola ante Dios y debe tomar una decisión, el camino estrecho que conduce a la vida tal y como Dios pretendió y que era como debíamos vivir la vida (Mateo 7:13-14). ¿Qué camino está usted siguiendo?
La juventud está escuchando a la sirena del llamamiento del mundo, con el atractivo de los lujos, la comodidad, la vida fácil, los logros y el poder de adquisición. No es que los cristianos no puedan usar estas cosas. Pablo nos dice que debemos usar, pero no abusar, las cosas del mundo (1 Corintios 10:23-33). Pero a lo largo de las Escrituras se nos advierte: “No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo” (1 Juan 2:15a). No haga de nada que está en el mundo el centro alrededor del cual edifique su vida. Si esto tiene máxima importancia para usted, está usted condenado. Jesús dijo que si intenta usted salvar su vida conforme a estos términos, la perderá, pero que si pierde usted su vida por causa de Él, la salvará (Mateo 16:24-25).
Permita usted a Dios que sane la enfermedad del corazón humano con su necesidad insaciable de egocentrismo, exaltándose a sí mismo, por medio de la obra del evangelio, por medio de la gracia del Señor Jesucristo, y entonces podrá usted empezar a vivir. Este es el camino que conduce a la vida, a la vida tal y como Dios quiso que fuera. Es posible que esta vida no incluya los lujos y las comodidades, pero se encuentran en el camino, en alguna parte. Dios tiene esto para los que son Suyos, para Su pueblo. Todo aquello que el corazón humano anhela acabará por suplirlo Jesucristo.
Señor, yo decido seguir el camino estrecho, el que posiblemente no sea fácil pero es el camino que conduce a la vida.
Aplicación a la vida
Las grandes cantidades de opciones de carrera para los jóvenes dan la impresión de ser más desconcertantes que nunca. ¿Estamos nosotros enseñándoles a conocer y descansar en la Vida abundante que provee todas nuestras necesidades?