Y pasó Abram por aquella tierra hasta el lugar de Siquem, donde está la encina de More. El cananeo vivía entonces en la tierra.
Génesis 12:6
Esto es algo más que una crónica de lo que le sucedió a Abram poco después de que llegase a esa tierra, pero es además una imagen muy exacta de las condiciones de una vida llena del Espíritu. Lo primero que se nos dice es que Abram pasó por la tierra al lugar llamado Siquem, a la encina de More. Estos nombres son sumamente reveladores. Siquem significa “hombro”, y en hebreo el hombro es un símbolo de fortaleza. Pensamos en la ladera de una montaña de la misma manera. El nombre More quiere decir “instrucción”, y cuando combinamos estas dos palabras, tenemos la primera imagen de cómo es la tierra. Sólo al ser enseñados la Palabra de Dios por el Espíritu de Dios encontramos las fuerzas necesarias para vivir.
La segunda imagen que tenemos aquí es que la vida en la tierra va a ser una vida de constantes conflictos. Estos cananeos eran las tribus paganas que afligieron a Israel a lo largo de toda su historia y, por lo tanto, nos ofrecen una imagen exacta de estas manifestaciones del mal con el que vivimos y contra el cual luchamos continuamente. Éstas se mencionan en el Nuevo Testamento en muchos lugares: la codicia, la envidia, los celos, la impaciencia, la intemperancia, la irritabilidad y la susceptibilidad. Estos son nuestros enemigos, estas manifestaciones de nuestro ser que hacen de nuestra existencia un conflicto constante.
En tercer lugar, es además una vida de continua limpieza, porque leemos a continuación: “Y edificó allí un altar a Jehová”. Nosotros pensamos en un altar como un símbolo de alabanza, que lo es efectivamente, pero ésa no es la esencia de su significado. Un altar es primeramente un lugar de limpieza, que provee la base para la adoración. El motivo de un altar diario es la necesidad urgente de limpieza en la vida de peregrinación. Todos los peregrinos tienen necesidad de la limpieza de la sangre, la cruz de Cristo, a la cual pueden acudir juzgándose a sí mismos a lo largo de toda su vida. Por lo tanto, es preciso que la vida de la plenitud del Espíritu sea continuamente limpiada por la cruz de Cristo.
El cuarto punto es que ésta es una vida de cambio sin fin. Abram erigió su tienda entre Bet-el y Hai. Bet-el significa “la casa de Dios” y Hai significa “ruina”. Aquí es donde debemos vivir la vida cristiana, teniendo los ojos continuamente fijos en una de dos: las cosas de Dios o la ruina de la carne. Podemos decidir ir a Bet-el o ir a Hai, ir a Cristo o a nosotros mismos; no podemos hacer las dos cosas.
La tienda representa la última característica. Vivió en una tienda porque fue peregrino en la tierra. A lo largo de todo el Nuevo Testamento, el peregrino cristiano es exhortado a caminar en el Espíritu. ¡Caminar, caminar, caminar! Usted no ha llegado al final de su camino cuando ha aprendido la lección de Dios. Mañana habrá otro paso que deberá dar usted, y otro al día siguiente y otro pasado mañana. ¡Cómo se resiente la carne por esto! Nos sentimos siempre encantados cuando el Espíritu de Dios nos lleva al lugar donde obtenemos alguna victoria, cuando vencemos alguna costumbre, cuando damos algún paso necesario, y entonces deseamos establecernos en ese lugar. Decimos al Señor: “Sigue Tú adelante durante un tiempo y déjame a mí aquí. Quiero disfrutar esto un rato”. Pero Él no permite que nos detengamos. La vida en la tierra es un progreso continuo, un viaje que no termina nunca.
Padre, usa estas lecciones de la vida de Abram para guiarme en mi camino, para que yo pueda levantarme para ir a la tierra de la plenitud de las bendiciones en Cristo.
Aplicación a la vida
Vemos que Dios impide cualquier posibilidad de que nos aburramos al leer el relato bíblico de la vida de Abraham. ¿Nos complacemos nosotros con el statu quo o estamos atrevidamente yendo de aventuras con Dios?