Recobró así todos los bienes, y también a su pariente Lot, los bienes de éste, las mujeres y demás gente.
Génesis 14:16
El Espíritu Santo desea que una cosa quede clara en nuestros corazones por medio de las experiencias de Abram en este pasaje. Nosotros no vivimos nuestra vida cristiana en una reclusión aislada, sino que somos miembros los unos de los otros, y en circunstancias de esta naturaleza un cristiano puede ser con frecuencia el medio de liberación de un hermano o una hermana más débil. No había nada que Abram pudiese hacer para librar a Lot de Sodoma, que representa una opción interior en el corazón de Lot en lo que se refiere a vivir en el ambiente materialista y sensual de Sodoma. Si un hijo de Dios decide ser materialista, sensual, comercial y avaro respecto a las cosas del mundo, no hay mucho que se pueda hacer por él o por ella. Solamente Lot podía salir de Sodoma. Pero de esta circunstancia que amenazaba la vida y la libertad mismas de Lot, los recursos de Abram eran más que suficientes por medio de la oración.
Santiago 5:16b nos dice: “La oración eficaz del justo puede mucho”. Hay una traducción al chino de este versículo que es excelente: “La oración sincera del corazón ardiente de un hombre justo libera un gran poder”. Ése es ciertamente el caso en este incidente.
“La oración hecha con fe”, se nos dice en el mismo capítulo de Santiago, “salvará al enfermo, y el Señor lo levantará” (v. 15). Muchos se han sentido confundidos respecto a este versículo, pero, si leemos el contexto, vemos claramente que en este caso la aflicción es el resultado de que un hijo de Dios ha cometido deliberadamente un pecado. En ese caso, la persona debe pedir que se reúnan los ancianos de la iglesia y confesar sus faltas, y entonces la oración de fe salvará al enfermo y el Señor le levantará de nuevo. Ésta es una maravillosa experiencia, este poder de la oración a favor de otra persona.
La historia de la iglesia está repleta de casos de semejantes liberaciones gracias a la oración de fe. Un sabio y experimentado dirigente misionero, hablando a un grupo acerca del tema de la oración, se refirió al asunto del pecado abrumador que se apodera del corazón de manera que esclaviza la vida y hace imposible toda actividad para Dios. Ofreció algunos sabios palabras de consejo, diciendo: “Es posible que algún joven cristiano se encuentre en semejante circunstancia y que lo que está haciendo sea tan vergonzoso que no pueda confesarlo públicamente. Si es ése el caso, que busque la ayuda de algún hombre de Dios de más edad, alguien en quien pueda confiar, y que le explique a él todo lo que le está sucediendo y le pida que ore al respecto”. Éste es verdaderamente un sabio consejo. Cuando Lot no pudo ayudarse para nada a sí mismo, Abram, separado en su corazón de las actitudes semejantes a las de Sodoma que hicieron que Lot estuviese tan impotente, pudo acudir a Dios, que produjo una poderosa liberación.
Señor, ayúdame a estar dispuesto a prestar ayuda a un amigo en el tiempo de necesidad, incluso aunque eso signifique simplemente estar presente para escuchar y para orar.
Aplicación a la vida
¿Podemos nosotros ayudar a nuestros hermanos y hermanas en Cristo, dándoles consejos que les sirvan de ayuda de la Palabra de Dios? ¿Oramos nosotros de manera fiel por aquellas personas que se encuentran en circunstancias de pecado?