No sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios.
Efesios 6:6
En varias ocasiones se expresa esta idea, la de no hacer nunca las cosas por amor a los hombres, vosotros los cristianos, sino sólo para Dios. Usted puede trabajar bajo la dirección de una persona, pero no olvide que está haciendo las cosas para el Señor, que su labor diaria es el trabajo que Él le ha dado para que lo haga y, por lo tanto, debe hacerlo para Él. ¡Qué gloria tan maravillosa tiene que ver con cada cosa que hacemos! Si enfoca usted su trabajo de esta manera, no tendrá nunca un solo día aburrido. No se sentirá terriblemente aburrido con la rutina y la monotonía de lo que tiene que hacer si reconoce que lo está haciendo teniendo en cuenta que el Señor le está viendo a usted y que un día quedará a la vista y claramente entre todos si lo hizo usted como para el Señor o como para los hombres. ¿Cuáles son las señales de fracazo en hacer esto?
La primera señal es lo que podríamos expresar como el servicio a la vista, que quiere decir hacer el trabajo sólo cuando nos está viendo el jefe y, cuando éste no se encuentra presente para observarnos, dejamos de trabajar. Hace algunos años leí un relato sobre un capataz y algunos trabajadores que trabajaban a sus órdenes. Descubrió que sus trabajadores estaban afligidos con esta enfermedad de hacer el trabajo como servicio ante los que les observaban, es decir que sólo trabajaban cuando alguien les estaba viendo. Pero este capataz en particular era el orgulloso poseedor de un ojo de cristal y descubrió que podía sacarse el ojo de su cuenca, colocándolo sobre un tocón donde pudiese “observar” a los hombres, a fin de que continuasen haciendo su trabajo, tanto si él estaba presente como si no. Pero un día regresó y se los encontró a todos sin hacer nada. Había colocado el ojo en un tocón, pero uno de los hombres había encontrado una manera de escabullirse, colocándose detrás del ojo, tapándolo con su sombrero para que ya no pudiese “verlos”. Ésta es una actitud que se encuentra ampliamente difundida en la actualidad en nuestra sociedad, la idea de trabajar sólo cuando el jefe está observando. Si es usted cristiano, esto está prohibido si quiere ser fiel a nuestro Señor. Recuerde que el ojo que le está observando no es un ojo humano.
La segunda señal de fracaso en este sentido es la que tiene que ver con complacer a los hombres. Fíjese usted en la manera en que el apóstol describe claramente las actitudes con las que se encontró con tanta frecuencia en esta relación del labor con el capital. ¿Qué es lo que se hace por complacer a los hombres? Es alabar al jefe de una manera falsa, dándole coba o siguiendo la política de la oficina. Esto pone de manifiesto un corazón doble y la falta de un ojo único. Es decir, revela que intentamos llevarnos bien haciendo que otras personas se sientan felices, pero haciendo caso omiso a lo que Dios piensa, que son señales de fracaso.
Los cristianos hemos sido llamados a alejarnos de estas cosas. No debemos participar en esta clase de actividades si queremos ser fieles al Señor, ya que no logramos nada si lo hacemos. A pesar de que puede dar la impresión de que vamos a conseguir algo, al final no es así. Los cristianos somos salvos de todo esto si recordamos que lo que hacemos es la voluntad de Dios. Pablo dice que debemos obedecer a nuestros jefes terrenales con singularidad de corazón: “de corazón haciendo la voluntad de Dios”. ¿Cuál es la voluntad de Dios? ¡Su trabajo! El trabajo que está usted haciendo, con sus compañeros de trabajo, bajo las actuales circunstancias y condiciones en las que tiene que realizar su trabajo, que es lo que Dios ha escogido para usted; ésa es la voluntad de Dios.
Padre, yo vivo ante Ti. No hay ningún aspecto de mi vida que no se encuentre bajo Tu vista y Tu juicio. Concédeme que pueda corregir lo que esté mal en mi propio trabajo a la luz de esta palabra.
Aplicación a la vida
Nuestra ética en el lugar de trabajo es digna de alabanza cuando nos apropiamos del poder de Su presencia. ¿Tenemos nosotros tendencia a realizar enormes esfuerzos en la vida y en el trabajo para complacer a otros, pero hacemos caso omiso de Él?