... vestidos con la coraza de justicia.
Efesios 6:14b
Cristo es la base de nuestra justicia ante Dios, su aceptación ante Él. Si tiene usted puesta “esa armadura”, puede estar seguro de que su corazón y sus emociones están protegidas de modo adecuado en contra del ataque. Éste es posiblemente el aspecto más frecuente de ataque en contra de la fe cristiana. Con frecuencia los cristianos sienten que no están seguros y que no son dignos a los ojos de Dios. Sienten que son un fracaso en lo que se refiere a la vida cristiana y que con toda seguridad Dios les va a rechazar y que ya no está interesado en ellos. Son muy conscientes de sus fracasos y de sus defectos, de modo que el crecimiento ha sido muy lento. Han perdido el primer gozo de la fe, de manera que sienten que Dios está enojado con ellos o que se encuentra en algún lugar alejado. Tienen un constante sentimiento de culpa. Su conciencia les está constantemente atacando, haciendo que se sientan desgraciados, y sienten que Dios les está culpando. Esto es sencillamente un ataque satánico.
¿Cómo reacciona usted ante un ataque como éste? Debe usted recordar que se ha puesto usted la armadura de justicia. En otras palabras, usted no depende de sus propios méritos ni dependió jamás de ellos. Usted no tuvo nunca nada en sí mismo, nada de valor que ofrecerle a Dios. Usted renunció a todo eso cuando vino a Cristo y dejó de intentar ser suficientemente bueno como para complacer a Dios. Usted vino gracias a Sus méritos, basándose en la justicia que le ha sido atribuida a Él, lo que Él le da a usted. Así fue cómo comenzó usted su vida cristiana, y ahora no hay cambio alguno. Usted se encuentra ante Dios sobre esta base.
Pablo mismo usó esta armadura de justicia cuando se encontró bajo presión de modo que se sintió desanimado y derrotado. Aquí tenemos a un hombre que era pequeño de estatura, y su aspecto personal no impresionaba a nadie. Sus antecedentes eran los de una persona anticristiana, cosa de lo que no pudo nunca olvidarse completamente. Había sido el más hostil y brutal perseguidor de la iglesia que jamás había existido. Debió de encontrarse continuamente con familias a cuyos seres amados había matado. Muchas personas le recordaban con frecuencia que él no era uno de los doce apóstoles originales, que su llamamiento resultaba sospechoso, que tal vez no era un apóstol ni mucho menos.
¡Qué motivo por el que desanimarse! Qué fácil le habría resultado decirse a sí mismo: “¿De qué sirve? Estoy trabajando hasta el agotamiento, haciendo tiendas de campaña e intentando predicar el evangelio a estas personas, y fíjense en las bendiciones que Dios les ha concedido, pero a ellos no les importa. No hacen más que recriminarme, así que, ¿por qué seguir intentándolo?”. Pero no es eso lo que hace Pablo. En lugar de ello dice: “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano” (1 Corintios 15:10a). Vemos aquí que está haciendo uso de la armadura de justicia. “No me importa”, dice, “lo que he sido; no defiendo lo que soy. Sencillamente les digo que por la gracia de Dios soy lo que soy. Lo que soy es aquello en lo que Cristo me ha convertido, y no me apoyo en mi propia justicia, sino en la Suya. Soy aceptado por gracia, y mi situación personal no hace ninguna diferencia.” De modo que no había lugar para el desánimo en su corazón.
Padre, permite que estas palabras se apliquen a mí justo en el lugar en el que me encuentro, en medio del conflicto en que me veo envuelto. Eleva mi corazón, haciendo que tenga conciencia de que Cristo es mi justicia.
Aplicación a la vida
¿Estamos todavía intentando ser buenos a fin de complacer a Dios? ¿Nos hemos encontrado con nuestros defectos y la culpa que sentimos como resultado de ellos? ¿Cómo podemos evitar constantemente que suceda esto?