En el día del bien goza del bien, y en el día de la adversidad, reflexiona. Dios hizo tanto el uno como el otro, a fin de que el hombre no sepa qué trae el futuro.
Eclesiastés 7:14
Tanto la prosperidad como la adversidad proceden de la mano de Dios; el corazón sabio del Padre se las ha dado a usted. Según las palabras del himno:
Oh mi Dios, yo encuentro cada día
tu poder en todo sinsabor;
por la fe en tu sabiduría
libre soy de pena y temor.
Dios hace que pasemos por todos los acontecimientos, según declara el Buscador. Por lo tanto, es preciso que aprendamos a aceptar y a entender que Dios ha escogido estas experiencias para nosotros por amor y sabiduría. Éstas tienen un propósito especial. Dios ha diseñado la vida para que esté llena de lo inesperado, de modo que nosotros seamos conscientes de que no controlamos el futuro.
Nosotros no somos los encargados de la vida. La gran y sutil mentira de Satanás, con la que nos enfrentamos mil veces al día, es que nosotros somos dioses, que somos responsables de lo que sucede, que podemos planear, podemos dirigir y podemos controlar. Porque, dentro de esa libertad de la voluntad que nos ha concedido Dios, da la impresión de que hay una cierta verdad transmitida por esta idea, de modo que creemos fácilmente el resto, es decir, que a la postre somos nosotros los que tenemos el control de todo lo que sucede. Pero la lección de las Escrituras, que se expresa una y otra vez, es que eso no es verdad; es Dios el que tiene el control, y lo que Él permite que nos suceda tiene siempre el propósito de ser para nuestro beneficio. Ésta es la clara enseñanza de las Escrituras, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. A pesar de que la adversidad pueda tener aspectos dolorosos, debemos entender que procede de un Dios de amor y, por ello, sentirnos agradecidos. Un poeta desconocido ha escrito:
Cuando Dios quiere tallar a un hombre,
y conmover a un hombre,
y adiestrar a un hombre;
Cuando Dios quiere moldear a un hombre
para que desempeñe el papel más noble,
Cuando Él ansía con todo su corazón
crear un hombre tan valiente y grande
que asombre a todo el mundo;
Observa sus métodos, observa sus caminos.
Cómo perfecciona despiadadamente
a quien su realeza elige.
Cómo lo martillea y lo hiere,
y con poderosos golpes lo convierte
en formas de arcilla probada,
que sólo Dios entiende,
mientras su corazón torturado llora,
y eleva manos suplicantes.
Cómo aprieta pero no ahoga
cuando decide hacerle bien.
Cómo usa
a quien escoge,
y con cada resolución lo funde,
con cada acto, le induce
a probar su esplendor.
Dios sabe lo que se hace.
Padre, veo que las cosas proceden de Tu mano. Te doy gracias porque puedo confiar en que incluso cuando me siento golpeado y dolorido, Tú me estás dando forma para convertirme en una vasija de belleza y de honor.
Aplicación a la vida
La vida está llena de adversidades. ¿Hace eso que nos sintamos ansiosos o atemorizados? ¿Hemos descubierto y confiado en la sabiduría y el amor de Dios, o intentamos controlar nuestro futuro?