Había una pequeña ciudad, con pocos habitantes, y vino un gran rey que le puso sitio y levantó contra ella grandes baluartes; pero en ella se hallaba un hombre pobre y sabio, el cual libró a la ciudad con su sabiduría. ¡Y nadie se acordaba de aquel hombre pobre!
Eclesiastés 9:14-15
No existe constancia alguna de este suceso en ninguna otra parte de las Escrituras. Tal vez Salomón, el más grande rey de su tiempo, oyó hablar acerca de esto a una delegación de algún otro país. Es posible que estuviese ligeramente confuso acerca de un incidente del que ha quedado constancia en 2 Samuel 20, que tuvo lugar probablemente cuando era niño. El rey David envió a su general Joab a capturar a un traidor llamado Sheba, que se había refugiado en una pequeña ciudad en el norte de Israel. Joab colocó a su ejército alrededor de la ciudad y estuvo dispuesto a derribar sus murallas y capturarla, cuando una mujer sabia le gritó desde las murallas y sugirió que los dirigentes de la ciudad lanzasen la cabeza a Joab. Ellos lo hicieron y de este modo salvaron a la ciudad. Es posible que Salomón se estuviese refiriendo a este caso. Sea cual sea la fuente de información de Salomón, nos presenta una importante lección aquí.
La sabiduría de Dios puede convertir lo que da la impresión de ser una derrota segura en victoria, a pesar de que es posible que no se recuerde Su sabiduría, y hasta es posible que sea popularmente rechazada. Eso es lo que implica el versículo 16: “Entonces dije yo: ‘Mejor es la sabiduría que la fuerza, aunque la ciencia del pobre sea menospreciada y no sean escuchadas sus palabras’”. Pero el rechazo popular no es señal de que algo esté mal o no sea efectivo. Debemos recordar hoy que el mundo no aplaudirá jamás la verdad básica de la fe cristiana, porque el cristianismo juzga al mundo, descubre sus errores y expone sus falsas percepciones, humillándolo. El mundo no puede soportar esto. De manera que podemos esperar que la sabiduría que estamos aprendiendo de Dios no será necesariamente popular, pero, a pesar de ello, es lo que puede librar, lo que puede hacer que seamos libres.
¿Qué es esta sabiduría a la que nos estamos refiriendo? A lo largo de todo este libro hemos estado examinando la sabiduría comparándola con la insensatez, y en esta sección existe un gran contraste entre ambos conceptos. Sabiduría implica actuar conforme a la revelación de la realidad que ha quedado expuesta en las Escrituras, que ha sido presentada, y la sabiduría se refiere a acciones controladas por la revelación de Dios. En Romanos 12:2, Pablo dice: “No os conforméis a este mundo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. ¡Piense en el cristianismo respecto a la vida! Examine usted a fondo lo que está usted pasando, no desde el punto de vista de lo que parece que está bien, sino de lo que está bien según la Palabra de Dios. He aquí verdadera sabiduría: “Confía en Jehová con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos y él hará derechas tus veredas” (Proverbios 3:5-6).
Señor, concédeme la sabiduría que libera, a pesar de que muchos la rechazan porque no siempre tiene sentido según las normas del mundo. Renueva mi mente cada día por medio de la sabiduría que se encuentra en Tu Palabra, por medio de Tu Espíritu.
Aplicación a la vida
La auténtica sabiduría es la aplicación del conocimiento y de la libertad que se encuentra en la Palabra de Dios. ¿Nos apoyamos nosotros en nuestro propio entendimiento, o sencillamente intentamos conocer la realidad revelada?