El que haga un hoyo caerá en él; y al que aportille el vallado, lo morderá la serpiente. Quien corta piedras, se hiere con ellas; el que parte leña, en ello peligra.
Eclesiastés 10:8-9
En la próxima sección, el Buscador vuelve a la sabiduría con el fin de describir la clase de visiones que abrazará la sabiduría. Primero, hay una sección acerca de cómo evitar los peligros, cómo entender que ciertas situaciones representan peligros inherentes.
Pocos de nosotros nos vamos a tener que participar activamente en cavar hoyos, derribando murallas, teniendo que extraer piedras de una cantera o teniendo que cortar troncos. Pero Salomón está hablando no sólo acerca de situaciones realmente físicas, sino que éstas son además simbólicas de cosas que nos hacemos los unos a los otros. ¿Ha cavado usted jamás un hoyo para alguien, colocando una trampa para avergonzar, herir o hacer que esa persona quede en mal lugar de alguna manera, para encontrarse con que usted mismo se vio atrapado por la situación que había usted ideado? La sabiduría comprende que cuando cava usted un hoyo también usted se encuentra en peligro porque usted mismo puede caer en él.
La sabiduría entiende que cuando intenta usted derribar una muralla de obstrucción que le impide a usted perjudicar a alguien o algo, se encuentra usted en peligro, porque oculta en la muralla hay una serpiente que le morderá. Muchos han descubierto que al intentar con mano dura derribar la resistencia de alguna persona, han hecho que se disparase una serpiente en su interior que actúa con ira y hace que sucedan cosas que hacen daño y que son peligrosas, viéndose esas mismas personas mordidas.
“Quien corta piedras”, que intente quitar algo de valor de en medio, cavar algo que será de enorme uso y privilegio personal, debe recordar que puede salir herida por ello. Aquellos que “extraen” pueden obtener lo que desean, pero será la peor cosa que les pudiese suceder. El Salmo 106 dice acerca de los israelitas en el desierto: “Él les dio lo que pidieron, pero envió mortandad sobre ellos” (v. 15). “El que parte leña, en ello peligra.” He aquí el mismo principio. La idea es que es preciso andarse con cuidado en todos estos intentos por hacer cosas que pueden también ponerle a usted en peligro.
Pero también hay dos versículos acerca de cómo la sabiduría nos sirve de ayuda en su momento: “Si se embota el hierro y su filo no es amolado, hay que aumentar el esfuerzo; lo provechoso es emplear la sabiduría” (Eclesiastés 10:10). Si no piensa usted a fondo lo que va a hacer y agudiza usted su manera de enfrentar la situación, pensando con todo cuidado cómo va a hacer algo, lo único que conseguirá será derrochar un gran esfuerzo, encontrándose agotado en el proceso. Pero las personas sabias, entendiendo la necesidad de usar la astucia y la claridad, lo que harán será algo semejante a afilar el borde de su pensamiento antes de intentar algo y de ese modo poder tener éxito.
Padre, ¿cuántas veces he intentado hacer algo dependiendo de mis propias fuerzas y he quedado herido en el proceso? En todos mis esfuerzos mi deseo es depender de Tu sabiduría.
Aplicación a la vida
Sin pensar en ello, seguimos la sabiduría secular que nos rodea, una sabiduría que nos da la impresión de que parece buena y da la impresión de serlo, aunque, a pesar de ello, es tan sólo insensatez. ¿Qué podemos decir de la sabiduría de la Palabra?