Generación va y generación viene, pero la tierra siempre.
Eclesiastés 1:4
El tema del Buscador aparece claramente en el versículo 4: La humanidad es algo pasajero, pero la naturaleza es permanente. Existe una generación y después desaparece; la raza humana pasa de esta vida, nace y perdura durante un tiempo y desaparece, pero la tierra permanece para siempre.
Existen tres pruebas respecto a este hecho, la primera de las cuales es el ciclo del sol. El sol sale por el este, cruza los cielos, aparentemente, y se pone en el oeste. A continuación desaparece por el lado oscuro de la tierra mientras nosotros estamos durmiendo y ahí lo tenemos de nuevo en el este por la mañana. El ciclo ha continuado existiendo durante todo el tiempo que se ha podido medir el tiempo, valga la redundancia, volviendo atrás y leyendo sobre la historia humana. Es algo interminable que se repite continuamente.
A continuación habla acerca del circuito de los vientos. Esto es algo extraordinario porque no existe evidencia de que los pueblos en la época de Salomón entendiesen desde el punto de vista científica la existencia del viento, de las nubes y de las grandes corrientes de la tierra en sus diferentes círculos. Esto es algo evidente para nosotros actualmente porque podemos ver en la imagen de un satélite en cualquier retransmisión de noticias los grandes círculos de los vientos. Pero yo no sé cómo sabían esto hace tantísimo tiempo. El hecho es que Salomón lo sabía, a pesar de que el mundo científico de aquellos tiempos no parecía entenderlo.
Su tercera prueba es el circuito del ciclo de evaporación. ¿De dónde viene toda el agua que continuamente cae desde el cielo? La respuesta, como es natural, es que procede del océano. Se encuentra en funcionamiento un proceso invisible de evaporación mediante el cual el agua que va hacia el mar nunca hace que se eleve el nivel del mar porque existe una elevación invisible de esa agua en dirección a las nubes. Estas nubes luego se mueven en dirección este por medio del circuito de los vientos y de nuevo hacen que caiga su humedad, un proceso que continúa de manera interminable.
El escritor está sugiriendo que hay algo que está mal en esto y que de alguna manera va en retroceso. Los humanos deberían ser permanentes y la naturaleza debería ser transitoria. Hay algo en todos nosotros que nos dice esto. Nos sentimos violados por el hecho de aprender todas estas grandes lecciones de la vida, pero, de la misma manera que hemos empezado a aprender cómo funciona, la vida se acaba, y la próxima generación tiene que empezar de nuevo a partir de cero.
Las Escrituras confirman que algo está mal. La Biblia nos dice que las personas fueron creadas para ser la corona de la creación y que son las que ejercen el dominio sobre todas las cosas. Las personas deberían durar de modo interminable, y la naturaleza debería estar cambiando, pero sucede todo lo contrario. Los humanos sienten la protesta por este hecho en su espíritu. Algo está mal si tenemos en cuenta que de repente nos vemos privados de todo esto, mientras que el círculo sin sentido de la naturaleza continúa de una manera interminable. Sí, el espíritu humano siente esto con una fuerza muy ponderosa, y la pregunta en este sentido se va a desarrollar en el tema de este libro.
Señor, miro a mi alrededor y veo los ciclos interminables de la naturaleza, sintiendo el carácter transitorio de mi propia vida. Gracias por esa revelación más absoluta de que en Cristo, que conquistó la muerte, tengo la esperanza de la vida eterna.
Aplicación a la vida
Salomón meditó con gran sabiduría por qué tenemos que esforzarnos, con frecuencia con desesperación, por prolongar nuestras vidas para siempre. ¿Acaso hay algo que está al revés en nuestra existencia humana?