En esta serie presente estamos buscando entender la confusión evidente en los líderes mundiales hoy, quienes están intentando comprender y resolver los problemas de nuestra situación humana. Ya hemos notado que los pensadores más claros entre los líderes mundiales reconocen la humillante derrota cuando se trata de comprender realmente los problemas a los que nos enfrentamos. Los hombres de estado del mundo abandonaron hace mucho tiempo cualquier intento de formular reglas de largo alcance. Se contentan ahora con luchar con cada problema según se presenta. La regla de las naciones es ocuparse de cada situación improvisando y hacer lo mejor que puedan bajo las circunstancias, ya que los problemas del mundo se han vuelto tan complejos y difíciles hace tanto tiempo que nadie puede anticipar lo que va a ocurrir.
Lo que es más, hemos visto que nunca entenderemos lo que está ocurriendo en nuestro mundo a través de todos estos siglos hasta que aceptemos el diagnóstico bíblico de la vida. Pablo hace su diagnóstico muy claro en Efesios 6:
Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este mundo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo y, habiendo acabado todo, estar firmes. (Efesios 6:12-13)
Hemos notado ya que nuestra experiencia confirma la proposición de este pasaje: que la vida es básicamente una lucha. La vida nunca se ajusta al idealismo rosado de nuestros sueños, o al romanticismo de nuestras canciones. Vimos, más a fondo, que la explicación de esta lucha yace más profundamente de lo que pensamos ordinariamente. La visión común de nuestra lucha en la situación mundial presente, como en cada situación del pasado, ha sido que estamos ocupados en conflicto en contra de carne y sangre; pero subyace más profundamente. El problema básico es que es una batalla entre el reino de Dios y el reino de Satanás, y que el hombre mismo es el campo de batalla. La batalla es visible no sólo en las guerras, las revoluciones y las oleadas de crimen que nos oprimen y llenan nuestros periódicos, sino que también se ve en las tensiones interiores y los temores de las vidas individuales, en los problemas neuróticos y las enfermedades mentales que nos afligen hoy, en las luchas de familia y las luchas en la iglesia. Es incluso visible en la naturaleza, donde toda la vida compite en una lucha despiadada y mortal por la supervivencia.
Vimos que toda la raza, de acuerdo a este pasaje, ha caído bajo el control de las fuerzas satánicas, a quienes Pablo llama: “los gobernadores de las tinieblas de este mundo”, una frase de lo más significativa. Jesús confirma esto en sus descripciones figurativas de Satanás como el hombre fuerte quien, armado, reina en su propio palacio y mantiene sus posesiones en paz. La imagen de la Biblia desde el principio al final es que todos los seres humanos, sin excepción, sin importar lo inteligentes o educados o cultos que puedan ser, si están sin Cristo, son víctimas sin remedio del control satánico. Bajo el control de las fuerzas satánicas los seres humanos están incómodos e infelices, pero también completamente incapaces de escapar por cualquier sabiduría o poder por sí mismos.
Pero las buenas nuevas es que algunos han sido liberados, algunos han sido rescatados. A través de la venida de ese “hombre más fuerte”, Jesús mismo, quien vino, como Juan nos dijo: “para deshacer las obras del diablo” (1 Juan 3:8b), la liberación fue obtenida. Por medio del increíble misterio de la cruz y la resurrección, Jesús ha roto el poder y el cautiverio de Satanás sobre las vidas humanas. Aquellos que individualmente reciben y reconocen esto (o sea, aquellos que creen, ya que las Escrituras siempre se dirigen al creyente), son liberados para vivir en la libertad de los hijos de Dios.
Pero no son liberados para vivir para sí mismos. Esa es una idea equivocada común del cristianismo. Muchos creen que Cristo ha venido a sus vidas por medio de la cruz, y las cosas que les han mantenido atados y les han condenado y les han arruinado han sido atacadas, y han sido liberados. Pero muy frecuentemente sienten que han sido liberados para hacer lo que quieran, para vivir como quieran vivir. Pero han sido liberados para poder batallar. Esa es la llamada que llega a todos los cristianos. No somos liberados para poder pasarlo bien. Somos liberados para dar batalla, para ocuparnos en la lucha, para vencer en nuestras propias vidas, y para volvernos canales mediante los cuales otros son liberados. Por lo tanto, esta llamada nos llega en este capítulo concluyente de la carta a los efesios:
Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor y en su fuerza poderosa. Vestíos de toda la armadura de Dios, (Efesios 6:10-11ª)
Ahora debemos de dar una atención más cercana a la conducta real de esta batalla. Si este conflicto es el problema básico de la vida humana, ¿cuánto se delega en nosotros al llevar a cabo o luchar esta batalla? ¿Cómo lo haces? La respuesta de Pablo es una sola frase: “Vestíos de toda la armadura de Dios”. Plena provisión ha sido hecha para que puedas ganar esta batalla. Esta es la cosa increíble que debemos aprender. Es algo que raramente nos tomamos en serio. Dios ha hecho plena provisión para nosotros para que podamos combatir estas grandes y poderosas fuerzas que mantienen al mundo en su sujeción. Pero sería un error el comenzar aquí, el comenzar con la armadura de Dios. Si comenzamos ahí, encontramos que esta figura de la armadura a la gente le parece muy irreal. No suena real. Es como un juego que estamos jugando, y no hay ninguna sensación de importancia en esto. Debemos acabar hablando sobre la armadura de Dios, y así lo haremos en esta serie, pero no podemos comenzar ahí.
Debemos comenzar por ver qué es lo que se nos opone. La armadura está hecha para la defensa, y no veremos ningún valor en estas piezas diseñadas para nuestra defensa hasta que no veamos de qué nos estamos defendiendo. Démonos cuenta de algo de la inteligencia, la astuta voluntad de las fuerzas contra las cuales estamos batallando, y comenzaremos a apreciar la armadura que se nos ha suministrado. Por lo tanto, comenzaremos ahí. Hoy, quiero primeramente examinar esta frase de Pablo: “las asechanzas del diablo”. El primer paso para cualquier soldado en entrenamiento es ser introducido a la estrategia y las armas que el enemigo utilizará contra él. El diablo es un estratega muy astuto. Martín Lutero estaba en lo cierto cuando escribió:
Con furia y con afán acósanos Satán:
Por armas deja ver astucia y gran poder;
Cual él no hay en la tierra.
La crónica confirma eso. Lee el Antiguo Testamento y verás que cada santo, cada profeta, cada patriarca, cada uno de los grandes y gloriosos reyes de Israel fue derrotado en un momento u otro por el diablo. Los más sabios y los más grandes hombres son absolutamente incapaces de ser más inteligentes que el diablo por ellos mismos. Sin embargo, como ya hemos visto, la Biblia indica que es bastante posible caminar en victoria.
Santiago dice: “resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Santiago 4:7b). ¡Piensa en eso! Este inteligente, astuto estratega quien ha mantenido al mundo durante siglos en derrota, a quien ningún hombre puede superar en astucia, huirá de ti cuando aprendas, como Pablo, a no desconocer sus estrategias.
Ahora las preguntas que debemos hacer son: “¿Cuál es la estrategia general del diablo? ¿Cómo planea hacer esto? ¿Cómo es que mantiene al mundo en tal cautiverio y tal indefensión?”. El único en toda la historia que ha derrotado al diablo consistente e ininterrumpidamente, no solo en su vida sino también en su muerte, es el Señor Jesucristo. Apunta directamente a la estrategia y las tácticas de Satanás cuando dice: “Él ha sido homicida desde el principio y no ha permanecido en la verdad” (Juan 8:44). La estrategia del diablo es matar. La táctica mediante la cual lleva a cabo esto es mentir. Si consideramos estas frases con cuidado veremos cuan precisas son.
¿Cómo planea el diablo oponerse a la obra de Dios en el mundo? Bueno, matando y destruyendo. Uno de los nombres dados al diablo en el libro de Apocalipsis es “Apolión”, el “destructor”. ¿Qué significa “destruir”? Es crear caos, hacer estragos, arruinar, desolar. Ahí tienes la explicación de toda la historia trágica de la historia humana: Un destructor está obrando entre los hombres. Nuestro Dios es un Dios de belleza, armonía, orden y perfección, de amor, de luz y gracia. Queda bastante evidencia en el mundo de la naturaleza, incluyendo nuestro propio ser, y en el mundo de las ideas, para ver esta maravillosa simetría, belleza y perfección de Dios. Dios es un Dios de armonía y orden. El mundo fue creado ordenado, y el hombre junto con él.
Pero a esta escena vino un destructor. Es su delicia romper, destrozar, torcer, mutilar, desfigurar, oscurecer y derribar en cada manera que pueda. No hace ninguna diferencia si es a los cuerpos o a las almas, carne o ideas, materia o espíritu, el objetivo del diablo es exactamente el mismo en cada caso: Es distorsionar, maldecir, retorcer, destruir. Por eso el diablo nunca puede ofrecer nada positivo a la vida humana. No puede hacer nada. Nunca ha hecho nada y nunca podrá hacer nada. Todo lo que puede hacer es destruir lo que Dios ha hecho. Su poder es totalmente negativo, completamente destructivo en todos los sentidos.
¿Cuáles son las tácticas que el diablo utiliza para llevar a cabo esta destrucción cobarde que es tan abundantemente confirmada al mirar la vida a tu alrededor y leer los periódicos y revisar la historia humana? ¿Cómo lo hace? Bueno, engañando, mintiendo, distorsionando, falsificando, fingiendo y disfrazándose, por la ilusión y la fantasía. Esto es lo que Pablo llama: “las asechanzas del diablo”. Lee la Biblia y verás cuántas veces se refiere a la obra del diablo de esa forma: los lazos, las trampas del diablo, las ilusiones, las estratagemas, las asechanzas. Nos contentaremos ahora con un sondeo general de estas asechanzas. En nuestro próximo mensaje esperamos poder examinar más de cerca las tácticas actuales que el diablo está utilizando en tu vida y en la mía para derrotarnos y mantenernos en debilidad, para arruinar y hacer estragos en nuestras vidas.
La Biblia deja claro que las tácticas del diablo están divididas en dos divisiones mayores. Ataca a la raza humana directa e indirectamente. Es capaz de una confrontación directa con los seres humanos y una estrategia indirecta. Y por medio de estas dos vías mantiene su control mundial sobre la raza de los hombres. La Biblia indica que hay una hueste de ángeles caídos llamados demonios, a quienes Pablo llama aquí: “los principados y potestades, y gobernadores de las tinieblas, huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”. Ahora bien, “regiones celestes” no significa en algún lugar lejano de los cielos. “Celestes” significa “el ámbito de las invisibilidades”, o sea, las realidades invisibles de la vida. El diablo y sus huestes no son visibles. Esto es lo que está diciendo. La actividad del diablo está en este ámbito de las realidades invisibles de la vida, las regiones celestes donde Dios obra, y también el diablo.
En la Biblia se nos dice muy poco sobre el origen del diablo y sus ángeles, estos principados y poderes. Hay lo bastante como para sugerir que aquí había un ser creado originalmente como un ángel de poderío, fortaleza, belleza y poder. Hay una breve referencia a la caída de este gran ángel, cuyo nombre era Lucifer, y quien se ensoberbeció por orgullo. El orgullo siempre es la marca del diablo. Ensoberbecido por orgullo, eligió competir con Dios y, al hacerlo, cayó de su puesto de poder, gloria y belleza, y se volvió diablo. Se llevó consigo a un tercio de los ángeles, y estos constituyen los principados y poderes, el reino organizado de las tinieblas, opuesto al reino de Dios. Es por medio de estas huestes de espíritus malvados que Satanás es capaz de atacar la vida humana. Este ataque directo cubre lo que la Biblia refiere como “posesión demoniaca”, el control total de la personalidad humana por el poder de un espíritu malvado. También se extiende a tales actividades como la adivinación, el ocultismo, el espiritismo (o espiritualismo), y las artes mágicas negras, tales como la astrología, los horóscopos, el vudú, la clarividencia, etc.
Una palabra de advertencia es necesaria aquí. No hay duda que hay muchas artimañas y engaños en todo este campo de la magia negra. Hay charlatanes actuando que se ganan la vida aprovechándose de los miedos supersticiosos de la gente que se involucra en trucos engañosos que dan la impresión de que realmente están tratando con el ocultismo. Es muy difícil saber la diferencia entre lo genuino y lo falso en este campo. Cualquier persona que esté intentando investigarlo debe ir con gran cuidado, porque hay mucho humo, pero la Biblia deja claro que hay mucho fuego así mismo. Hay verdad detrás de esta magia negra.
La Biblia advierte consistentemente en contra de aventurarse en estos asuntos. Bajo la Ley, al pueblo de Israel se le prohibía estrictamente tener nada que ver con los magos que “susurran hablando” (Isaías 8:19), aquellos que intentan contactar con los muertos, o aquellos que tratan con el mundo oculto. Estas prohibiciones eran en gran parte porque cualquier investigación en este ámbito inmediatamente le deja a uno abierto a poderes más allá del conocimiento del hombre y hace posible el control y la influencia más allá de la voluntad del individuo que investiga. Este es un terreno peligroso. Abre el camino, a menudo, a la posesión demoniaca total.
En cuanto a este tema de la posesión demoniaca, estoy bien al tanto de que hay mucha gente que levanta sus ceños en incredulidad cuando este tema es mencionado. Dicen: “¡Ciertamente ya no creerás en esas cosas! ¡En el siglo 20 no nos estarás diciendo que hay tales cosas como los demonios! Después de todo, los días en los cuales la Biblia fue escrita eran tiempos primitivos. La gente creía en este tipo de cosa entonces, pero ahora estamos mucho mejor informados. Lo que se llamaba una posesión demoniaca ahora sabemos que es simplemente enfermedad mental. La podemos tratar con medicinas y otras terapias”. ¿Cuál es nuestra respuesta a eso? Simplemente esto:
Primero, la Biblia misma tiene mucho cuidado en distinguir entre enfermedad mental y posesión demoniaca. La Biblia no es un libro tan primitivo como la gente imagina. Hace una distinción muy cuidadosa entre estas dos cosas. Los escritores de las Escrituras eran ciertamente conscientes de esta distinción. Uno de ellos, Lucas, era médico y ciertamente conocía las distinciones entre las enfermedades físicas y las mentales, así como la posesión demoniaca. En Mateo 4:24, una cuidadosa distinción se hace entre aquellos que eran afligidos con enfermedades, aquellos que eran poseídos por demonios, y aquellos que eran lunáticos o que tenían una enfermedad mental. El Dr. Lucas se refiere a la misma cosa en Lucas 4:40-41.
Segundo, es importante notar que los casos bíblicos de posesión demoniaca no se ajustan al patrón clínico de ninguna enfermedad mental conocida. Hay enfermedades del cuerpo y hay enfermedades de la mente. Las enfermedades de la mente, así como aquellas del cuerpo, presentan patrones clínicos que pueden ser inmediatamente reconocidos. Pero cuando examinas cuidadosamente los relatos bíblicos de posesión demoniaca, encuentras que no encajan con ningún patrón estándar de enfermedades mentales. No son la misma cosa; no concuerdan.
Primeramente, siempre hay un elemento degradante en los casos bíblicos de posesión demoniaca, una impureza, una degradación moral. También en los relatos bíblicos de posesión demoniaca había un reconocimiento inmediato por el demonio dentro de la persona del carácter e identidad del Señor Jesucristo. Cuando Cristo se acercaba a estos demonios, muchas veces clamaban y decían: “¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios?” (Mateo 8:29, Lucas 8:28). Le llamaban por Su nombre y utilizaban títulos para Él que la víctima que estaban poseyendo no conocía para nada. Hay a menudo este reconocimiento inmediato y extraño de la autoridad de Jesucristo. Lo que es más, siempre hay la presencia de una personalidad involucrada totalmente diferente. En algunos casos muchas personalidades estaban involucradas, como en el incidente cuando Jesús le preguntó el nombre a un demonio y la respuesta fue: “Legión me llamo, porque somos muchos” (Marcos 5:9). Finalmente, está la habilidad por parte de Cristo de transferir demonios de un individuo a animales. ¿Cómo explicas el caso de los cerdos gadarenos? Si la posesión demoniaca es simplemente enfermedad mental, si es sólo una alucinación, si es tan sólo algún tipo de esquizofrenia, entonces, ¿cómo explicas los demonios dejando el hombre y metiéndose en los cerdos, causándoles correr por la colina y tirarse al mar? Estos casos simplemente no concuerdan con ningún patrón clínico de enfermedad mental conocida.
Un tercer factor es que Jesús mismo invariablemente describió estos casos como posesión demoniaca. Esto es lo que dijo que eran, y los trato de esa forma. ´Trató con este tipo de cosa continuamente. Mandó a Sus discípulos y les dio autoridad para echar demonios. “Bueno”, alguien dice, “tenemos una explicación para eso. Es simplemente el reconocimiento de que Jesús se estaba acomodando a Sí mismo al pensamiento de los hombres de Su día. Ellos creían en los demonios y los diablos, y Él simplemente está hablando su lenguaje”. Pero es imposible tomar esa posición y ser consistente con el resto del relato del ministerio de Cristo, ya que le vemos constantemente corrigiendo ideas equivocadas como esas. En una ocasión les dijo a Sus discípulos, en cuanto a otro asunto: “si así no fuera, yo os lo hubiera dicho” (Juan 14:2). Vino a revelar la verdad sobre las cosas, y en otras áreas estaba constantemente corrigiendo las ideas equivocadas que tenían.
Finalmente, una última sugerencia en esta línea: a través de los siglos cristianos ha habido varios brotes de posesión demoniaca descritos por misioneros en muchos países. Es significativo que, donde sea que la enseñanza cristiana se extiende, el ataque directo de estos poderes malvados sobre la vida humana se mantienen en suspensión. Incluso la enseñanza secular que está basada sobre la Biblia y los valores cristianos, y que es moral y edificante, tiene la habilidad de mantener a estas manifestaciones bajo control. Pero cuando la educación se vuelve puramente secular y niega la Biblia y niega a Dios entonces, incluso aunque el hombre y la mujer rechacen la superstición y profesen un grado de sofisticación en estos asuntos, esto no es suficiente para mantener estos poderes a raya. Al volverse nuestro mundo más y más ateo y más y más secularizado, encontraremos una marea creciente de manifestaciones demoniacas colándose sigilosamente en nuestra cultura e insinuándose en nuestra vida civilizada. No hay ningún poder en el hombre para retenerlos o para oponerse a ellos.
Me intereso en leer en el periódico recientemente que los abogados defensores de un joven en Nebraska que mató a tres personas e hirió a otra en un atraco a un banco están sugiriendo, como una de sus maniobras al intentar defenderle, que quizás estaba poseído por un demonio.
Deseo decir una cosa más antes de dejar esta descripción del ataque demoniaco directo. Quiero reconocer esto brevemente y después continuar con aquello que es más importante para nosotros. Cuando los cristianos se enfrentan con lo que sospechan que es una posesión demoniaca, lo que se nos dice para poder ayudar a tales personas es que oremos. Estos casos de posesión demoniaca, Jesús dice, se prestan a oración concertada y persistente. La oración es la terapia recomendada en cualquier caso de este tipo. Démonos a la oración y nada más. Siento que hay demasiada preocupación entre los cristianos sobre este asunto de la posesión demoniaca. Eso suena casi como si estuviera contradiciendo lo que dije antes, pero estoy meramente intentando equilibrarlo. Conozco a ciertos cristianos que sienten que deben de atar a Satanás antes de hacer nada. Cuando entran en una habitación para tener una reunión orarán para atar los poderes de las tinieblas antes de mantener la reunión en la habitación. Conozco a otros que atribuyen cada problema común de la vida humana a alguna manifestación de actividad demoniaca.
El Nuevo Testamento no da ningún tipo de justificación para este tipo de estrategia. Los apóstoles raramente mencionaban el ataque directo de Satanás en contra de los seres humanos. Hay algunos casos de ello, pero después de que nuestro Señor físicamente dejó el mundo parece haber habido una disminución, un apaciguamiento de las manifestaciones de actividad demoniaca. Estos poderes de las tinieblas fueron agitados por su presencia en la tierra, pero en cierto grado esto se desvaneció después de que se fue, así que en las epístolas no encuentras la misma preocupación por la actividad demoniaca como lo ves en los evangelios. Hay mucho sobre Satanás en las cartas de Pablo, pero hay poco del ataque directo de las fuerzas satánicas. En ningún sitio lees que los cristianos sean instruidos a ir atando los poderes de las tinieblas antes de entrar en una habitación, o atribuir todos los problemas comunes de la vida a actividades demoniacas. Esa idea no está en el Nuevo Testamento. Por lo tanto, digo que hay demasiada preocupación en este sentido.
Con creces, la mayoría de los ataques del diablo en contra de los cristianos no son directos sino indirectos. Es por eso que son llamadas las asechanzas del diablo. La astucia significa tortuosidad, desvío, algo que no es obvio. Un ataque directo del diablo sobre la vida humana es una cosa obvia, pero es algo taimado, algo enrevesado, algo difícil de detectar. De esto nos ocuparemos en nuestro próximo mensaje. Necesitamos examinar esto más profundamente, ya que el mayor ataque del diablo y sus poderes contra la vida humana no es por medios directos sino indirectos, por sugerencias satánicas por medio de los canales naturales y comunes de la vida.
La estrategia indirecta viene en gran parte por dos medios, o canales. Uno es lo que la Biblia llama “el mundo”, y el otro, “la carne”. A menudo oímos la idea: “Los enemigos de los cristianos son el mundo, la carne y el diablo”, como si estos fueran tres enemigos igualmente poderosos. Pero no hay tres. Sólo hay un enemigo, el diablo, como Pablo saca a relucir aquí. Pero los canales de esta estrategia indirecta hacia los hombres son por medio del mundo y la carne. Si deseas ver estos en las Escrituras en un pasaje, te sugiero que estudies Efesios 2:1-3. Escribiéndoles a los cristianos, el apóstol dice:
Él [es decir, Cristo, el “más fuerte”, que viene a liberarnos] os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo [he ahí el primer canal, el mundo], conforme al príncipe de la potestad del aire [he ahí una descripción del diablo], el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia. (Efesios 2:1-2)
Está diciendo: “No os olvidéis, vosotros cristianos, que vosotros también estabais siguiendo la corriente de este mundo, bajo la sujeción y en el control del príncipe de la potestad del aire, el espíritu malvado que ahora está operando en todos los hijos de desobediencia”. Lo que es más, dice:
Entre ellos vivíamos también todos nosotros en otro tiempo, andando en los deseos de nuestra carne [he ahí la carne], haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos [“Oh”, dices, “no estábamos conscientes de ningún control del diablo”. No, por supuesto que no. Siempre hiciste lo que quisiste, los deseos naturales del cuerpo y la mente. Respondiste a estos llamados estímulos naturales.]; y [porque estábamos haciendo estas cosas, siguiendo la corriente de este mundo bajo la dirección del príncipe de las potestades del aire, y obedeciendo los impulsos del cuerpo y la mente] éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. (Efesios 2:3)
¿Ves lo consistentemente que la Biblia presenta esta imagen? Ahora, el más básico de estos dos canales de estrategia para subvertir la vida cristiana es “la carne”. Me gustaría decir una palabra sobre ello ahora: Cuando la Biblia habla sobre la carne, por supuesto, lo hace en un sentido simbólico. Muchos de nosotros al aproximarnos a la edad mediana tenemos el problema de tener demasiada carne. Pero ese no es el sentido en el que la Biblia utiliza el término. La carne, en este sentido, es simbólica. No son nuestros cuerpos, no es la carne, la sangre y los huesos de nuestra vida física. Es un término que describe el ansia del egocentrismo en nosotros, esa distorsión de la naturaleza humana que nos hacer querer ser nuestro propio dios, ese orgulloso ego, ese ser propio que no ha sido crucificado, que es el centro del desafío obstinado y la rebelión en contra de la autoridad.
Reconoces que todos nacemos con esto. Ninguno de nosotros tuvo que ir al colegio para aprender a hacer estas cosas. ¿Quién nos enseñó a mentir? ¿Quién nos enseñó a ser orgullosos, amargos, rebeldes, desafiantes y egocéntricos? Nunca tuvimos que tomar clases en esto, ¿no es cierto? Todos éramos expertos en ello para cuando estábamos listos para ir a la escuela. Todos nacimos con “la carne”, y es su presencia la que nos hace pecadores. Santiago llama a esto la sabiduría que es “terrenal, animal, diabólica” (Santiago 3:15). ¡Diabólica! Es el diablo, atacando indirectamente, por medio del carácter esencial de la naturaleza humana, distorsionándola y retorciéndola, cambiándola de lo que Dios la diseñó para ser. Puedes ver el origen de esto en el hecho de que es una distorsión de la belleza que Dios planeó que el hombre tuviera. Romanos 3:23 dice, como Phillips lo traduce: “Todo el mundo ha pecado y se ha perdido la belleza del plan de Dios”.
El mundo, por otro lado, es la expresión corporativa de todos los individuos centrados en la carne que forman la raza humana. Como la carne está en cada uno de ellos ―actuando satánica, sensual y terrenalmente―, consecuentemente las expresiones totales combinadas de tales seres constituyen el mundo y determinan la filosofía del mundo. Es esa tremenda presión de la mayoría sobre la minoría para adaptarse, ajustarse, mantenerse al día, no divagar o ser diferente. Cuando la Biblia se dirige a los cristianos, dice: “No os conforméis a este mundo” (Romanos 12:2a), o sea: “No dejes que el mundo a tu alrededor te apretuje en su molde”. ¿Por qué? Porque el mundo está centrado en la carne, está gobernado por la carne, y, como Jesús le dijo a Nicodemo: “Lo que nace de la carne, carne es, y lo que nace del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: ‘Os es necesario nacer de nuevo’ (Juan 3:6-7). Así que este es el mundo: esa sociedad humana que insiste en los juicios de valores satánicos, y es guiada por orgullo y la filosofía satánica. Es totalmente inconsciente de ello; sin embargo, está bajo el control de la filosofía satánica.
La próxima vez examinaremos como nos afecta esto. Pero acuérdate de esto: El objetivo, la meta, la cual Satanás tiene en toda su astuta estratagema, por la cual ha mantenido a la raza humana en cautiverio durante todos estos cientos de siglos, es destruir, arruinar, asolar. A eso es a lo que está apuntando contigo; a eso es a lo que está apuntando conmigo. Justo ayer hablé con un hombre en cuanto a un joven que ha sido criado en esta iglesia, uno de nuestros propios chicos. Aunque solo tiene veintiún años, a causa de la determinación rebelde de su corazón para rechazar la verdad de Dios y para vivir su propia vida, ya es un desastre mental y físico. ¿Por qué? Porque se ha apartado de la verdad y ha seguido la filosofía de Satanás. Satanás está llevando a cabo su objetivo, destruyendo esta vida que Dios ama, destrozando, mutilando, desolando, arruinándola. Eso es lo que está intentando hacer con todos nosotros. En contra de esto nosotros que somos cristianos somos llamados a la batalla, no sólo por nosotros, como veremos en este relato, sino por otros también.
El batallar contra estas fuerzas de las tinieblas es lo que hace posible la vida humana en esta tierra. Si los cristianos, quienes son la sal de la tierra, no se están dando a sí mismos a una batalla inteligente con Satanás y las fuerzas satánicas, luchando en la línea que Pablo sugiere ―siendo “fortalecidos en el Señor y en su fuerza poderosa”―, sería absolutamente imposible que la vida humana existiera en este planeta. Si esto no estuviera ocurriendo, la vida en la tierra sería un infierno horrible y sin fin. Es la presencia de los cristianos, y aquellos que son afectados por su testimonio y por sus enseñanzas, y la extensión del evangelio a través del mundo lo que hace posible esos momentos de disfrute de la vida, que incluso aquellos que no son cristianos pueden conocer. Eso pone las cosas en la perspectiva apropiada, ¿no es así? Ahí ves la vida como realmente es. ¡Qué poderosa llamada es esta entonces!
¡”Fortaleceos en el Señor y en su fuerza poderosa”, en estos terribles y gloriosos días en los que vivimos! Muchos se están apartando del camino. Muchos están cayendo de nuevo bajo el control de las ideas satánicas y la filosofía satánica, y están negando la verdad esencial de Dios. Pero estos son los días cuando, más que nunca antes, hemos de responder a esta llamada poderosa: “Fortaleceos en el Señor y en su fuerza poderosa”.
Oración:
Padre nuestro, te pedimos que despiertes los corazones y las mentes, y rasgues los velos engañosos, por los cuales nos hemos permitido ser derrotados y debilitados y vueltos inútiles e inefectivos en esta gran batalla. Ayúdanos a entender que no tendríamos ninguna posibilidad de luchar en esta batalla si no fuera por la obra redentora del Señor Jesús, quien, como aquel que es más fuerte, ha venido a atar el poder de las tinieblas. Te damos las gracias porque la victoria ya está ganada. Gracias por el privilegio que tenemos de mudarnos al reino de Dios, y por la oportunidad de dejar de luchar una batalla que ya ha sido perdida y comenzar a luchar una batalla que ya está ganada, en el nombre de Cristo. Amén.