En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo.
Efesios 1:11-12
¡Piense en eso!
La frase nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo
se refiere a nosotros que somos cristianos, como habiendo sido destinados y señalados para vivir para la alabanza de Su gloria.
La primera tarea de la iglesia no es el bienestar de los seres humanos.
Nuestro bienestar claramente es importante para Dios, pero ésa no es la primera tarea de la iglesia.
Más bien, hemos sido elegidos por Dios para vivir para la alabanza y gloria de Dios, de modo que a través de nuestras vidas Su gloria sea revelada al mundo.
¿Cuál es la gloria de Dios?
Es Dios mismo, la revelación de lo que Dios es y hace.
El problema de este mundo es que no conoce a Dios.
En todas sus búsquedas, divagaciones y esfuerzos por descubrir la verdad, no conoce a Dios.
Pero la gloria de Dios es revelarse a Sí mismo, mostrar al mundo cómo es Él.
Cuando las obras de Dios y la naturaleza de Dios se muestran por medio de la iglesia, Él es glorificado.
Tal como dice Pablo en 2ª de Corintios: porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciera la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo
(2 Corintios 4:6).
La gente puede ver la gloria de Dios en la faz de Cristo, en Su carácter, en Su ser.
Y esa gloria también se encuentra, dice Pablo, en nuestros corazones.
Dios llama a la iglesia a que revele al mundo la gloria de Su carácter, que se encuentra en la faz de Jesucristo.
Esto es afirmado de nuevo en el capítulo 1 de Efesios: Y sometió todas las cosas debajo de sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo
(Efesios 1:22-23).
¡Qué declaración tan tremenda! ¡Pablo dice que toda la plenitud de Jesucristo se ve en Su cuerpo, que es la iglesia! La vocación de la iglesia es declarar de palabra y demostrar en actitud y obras el carácter de Cristo, quien vive en el interior de Su gente. Hemos de declarar la realidad de un encuentro con Cristo que cambia la vida y demostrar ese cambio con una vida llena de amor y altruismo. Hasta que no hayamos hecho eso, nada más de lo que podamos hacer será efectivo para Dios.
Señor, concédeme valor y fuerza para revelar el carácter de Jesucristo con mis actitudes y acciones. Muéstrame cómo ser Tus manos y pies para el mundo
Aplicación a la vida
Evalúe sus circunstancias actuales y pida a Dios que le muestre cómo reflejar mejor la vida de Jesús en ellas.