Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable.
1 Pedro 2:9
La iglesia está llamada a ser testigo, y un testigo es alguien que declara y demuestra.
Fíjese en la estructura: vosotros sois… para que
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Ésta es nuestra tarea principal como cristianos.
Nosotros estamos habitados por Jesucristo para que podamos demostrar la vida y carácter de Aquél que vive en nuestro interior.
La responsabilidad de realizar esta vocación de la iglesia recae sobre todo cristiano auténtico.
Todos somos llamados; todos estamos habitados por el Espíritu Santo; de todos se espera que cumplan su vocación en medio del mundo.
La expresión del testimonio de la iglesia puede ser corporativa a veces, pero la responsabilidad de testificar es siempre individual.
Es tu responsabilidad individual y la mía.
Pero aquí resurge un problema, el problema de los posibles falsos cristianos. Es fácil para la iglesia (o para el cristiano individual) hablar acerca de exhibir el carácter de Cristo y hacer grandiosas declaraciones sobre ello. Sin embargo, la imagen que los cristianos proyectan no es siempre la verdadera imagen bíblica de Jesucristo. La humildad, la paciencia, el amor, la unidad y la paz, éstas son las verdaderas marcas de Jesús. Los cristianos han de ser testigos, pero no de forma arrogante o maleducada, no con una actitud de engreimiento tipo soy-más-santo-que-tú, no con una presunción beata, y ciertamente no con un trasfondo de feas peleas de iglesia, cristiano contra cristiano. La iglesia no está para hablar de sí misma. Ha de ser humilde en su pensamiento, sin alardear de su poder o buscar aumentar su prestigio. La iglesia no puede salvar al mundo, pero el Señor de la iglesia sí. No es por ella por la que los cristianos han de trabajar y gastar sus vidas, sino por el Señor de la iglesia. La iglesia no puede exaltar a su Señor mientras busca exaltarse a sí misma. La verdadera iglesia no busca ganar poder a los ojos del mundo. Ya tiene todo el poder que necesita del Señor que la habita.
Más aún, la iglesia ha de ser paciente y sufrida, sabiendo que las semillas de la verdad tardan en germinar, se toman su tiempo en crecer y su tiempo en llegar a la cosecha completa. No ha de exigir que la sociedad haga cambios repentinos en los modelos establecidos desde hace mucho tiempo. Más bien, la iglesia debe ser ejemplo del cambio social positivo al evitar el mal y practicar la justicia, plantando así las semillas de la verdad que se enraizarán en la sociedad y, en último término, producirán el fruto del cambio.
Señor, mantenme practicando el verdadero propósito de la iglesia, que es exaltarte en todo.
Aplicación a la vida
¿Dónde necesito evitar el mal y practicar la justicia?