Ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo…
2 Corintios 8:9a
Comprimida en este maravilloso verso está la entera y conmovedora historia del amor redentor, que está indisolublemente ligado al tema de dar.
Pablo llama la atención a la belleza de dar.
Dice: Ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo
.
La palabra gracia
merece una minuciosa atención.
Todo oficio tiene sus medios de expresión.
Los artistas expresan sus habilidades y dones por medio de pinturas y esculturas.
Los mecánicos usan metales.
Los médicos emplean sus habilidades a través del uso de la medicina.
Los predicadores se apoyan en las palabras como su medio.
Todo predicador que se precie debe dedicarse al estudio del significado y el uso de las palabras, y no hay palabra que recompense tan ricamente su estudio como la palabra gracia
.
Ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo
.
Esta palabra pertenece a una familia muy grande.
Tiene una hermana llamada Caridad y otra llamada Misericordia, y una casa llena de primas tales como Bondad, Favor, Buena Voluntad, Compasión, Acción de Gracias y Recompensa.
Todas éstas son traducciones de la palabra gracia
, tal como se usa en las Escrituras.
Pero el significado básico de esta pequeña palabra es belleza, encanto, hermosura.
Vemos esto en la expresión lleno de gracia
, por la cual nos referimos a la belleza de la línea o el movimiento; y desde este significado básico, belleza, la palabra vino pronto a significar también actos de belleza
.
La bondad y la misericordia, por ejemplo, son los actos más bellos posibles para los seres humanos.
Ahora Pablo agarra esta palabra y, escribiendo a sus amigos de Corinto, dice: Estáis familiarizados con la belleza de Jesucristo.
Sabéis que la belleza cautivadora que os atrajo hacia él no es otra cosa que su amor dándose a sí mismo
.
Eso es la gracia. No hay belleza como la de dar. No hay encanto más atractivo que un corazón generoso.
El único motivo verdadero para dar es la gracia de Dios, la bondad de Dios hacia usted. Si Dios no ha hecho alguna cosa por usted, entonces, por lo que más quiera, no le dé nada a cambio. Pero, si lo ha hecho, entonces vuélquese en la medida en la que ha recibido. Ése es siempre el razonamiento de las Escrituras. En el Nuevo Testamento, dar nunca se nos impone como una ley. No se pone sobre nosotros como un deber que tenemos que cumplir. Se nos da, más bien, como un privilegio del que podemos participar, para expresar la gratitud de nuestros corazones por la gracia que Dios ha dado ya.
Crea en mí, Señor, un corazón que, como el Tuyo, sea generoso, amable y lleno de buena voluntad.
Aplicación a la vida
¿Quién, de su alrededor, está mostrando gracia? ¿Cómo puede usted imitar a Jesús e incorporar elementos de bella gracia en su vida diaria?