… que por amor a vosotros se hizo pobre siendo rico…
2 Corintios 8:9b
Por encima de todo, en la mente del apóstol está el pensamiento de la encarnación de Jesús: se hizo pobre siendo rico
.
Cuando lo tenía todo, cuando era rico en poder, cuando tenía toda la omnipotencia a Sus órdenes y podía hacer todas las cosas del universo, se hizo pobre.
Rindió ante el Padre y Su voluntad el uso independiente de Su mente ¡y se convirtió en absolutamente nada!
Cuando era rico en amor y tenía a todos los ángeles del cielo adorándole, lo dejó a un lado.
Cuando era rico en recursos, llegó a un punto en que pudo decir de Sí mismo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar su cabeza
(Mateo 8:20).
No tenía hogar; tuvo que pedir prestado un pesebre en el cual nacer; tuvo que pedir prestada una moneda cuando quiso hacer un milagro; dependía de los demás para vestirse; iba por ahí sin un lugar seguro donde hospedarse.
Aunque era rico, por amor a nosotros entró en la pobreza de la existencia humana y no se guardó nada, ni siquiera Su propia vida.
Allí, en el monte Calvario, sobre una cruz áspera, ensangrentada y cruel, derramó todo lo que tenía.
Todo lo que era Suyo, todo lo que podía llamar propio, Su propia vida la derramó por nosotros.
Juan lo expresa en una frase significativa: como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin
(Juan 13:1b).
Llegó hasta el extremo; fue obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Pues bien, eso es dar.
De eso está hablando Pablo.
Sin reservas, sin medias tintas, sin condiciones, sin guardarse algo, derramando hasta el fondo de todo lo que tenía.
Ése es el gran modelo de entrega.
Nunca habremos dado realmente hasta que nos cueste. Hay algo casi vergonzoso en la manera en que los cristianos buscamos sin cesar alguna rendija para sacar algo para nosotros cuando damos. ¿No es significativo que procuremos dar sólo cuando vemos que podemos deducirlo de nuestros impuestos? No hay nada malo en deducir las donaciones de nuestros impuestos, pero lo que me molesta es la reticencia que los cristianos tienen a veces a dar más allá de eso. Y, sin embargo, el ejemplo del Señor Jesús es que dio sin esperar nada a cambio. No pensaba en que alguien le devolviera algo, sino que, gratuitamente, dio todo lo que tenía. ¿Tenemos la tendencia a dar sólo de lo que no necesitamos, de lo que nos sobra, de dar sólo eso? Pero la verdadera entrega conlleva algún grado de autoempobrecimiento. Sólo cuando tenemos algo menos porque hemos dado a otros, puede llamarse verdaderamente dar. Es hacerse pobre cuando hemos sido ricos; eso es dar.
Nunca podré dar más que Tú, Señor, pero gracias porque vives en mí y puedes convertirme en la misma clase de donador que Tú eres.
Aplicación a la vida
Piense en cómo da a los demás y explore maneras de dar sin el aplauso de nadie.