Anduvieron perdidos por el desierto, por soledad sin camino, sin hallar ciudad en donde vivir. Hambrientos y sedientos, su alma desfallecía en ellos.
Salmo 107:4-5
¿Quiénes son los viajeros? Son los que podríamos llamar los inquietos. Son los que van vagando de un lado a otro, de trabajo en trabajo o de matrimonio en matrimonio, siempre haciéndose preguntas e intentando descubrir dónde está la respuesta, pero no pueden encontrar las respuestas. Hay muchos de ellos hoy día. Están buscando algo, pero no lo pueden encontrar. Van de un lugar a otro y de experiencia en experiencia, intentando encontrar algo que les satisfaga.
El salmista dice que están buscando una “ciudad en donde vivir”. Aquellos de nosotros que vivimos en una ciudad y nos sentimos ahogados por los humos, abarrotados en las carreteras y agotados, teniendo que luchar en contra de los impuestos, el crimen y la mala hierba, nos preguntamos por qué alguien puede desear vivir en una ciudad; a nosotros lo que nos resulta atractivo es el campo. Pero la Biblia indica que Dios ha planeado que los humanos acabemos viviendo en ciudades. Hebreos 11:10 dice que Abraham estaba buscando “la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios”. ¿Por qué? La ciudad se caracteriza siempre por dos cualidades: emoción y seguridad. La emoción se cría cuando las personas se reúnen. Allí suceden cosas y es donde está la acción. Pero además las ciudades son un lugar de seguridad. Si va usted a encontrarse con problemas, es mejor tener a otras personas a su alrededor. La defensa es más normalmente posible en una ciudad si se produce un ataque. Así que las personas descritas en este versículo están buscando las cosas que se pueden encontrar en una ciudad: la emoción y la seguridad.
Se nos dice cómo encuentran satisfacción: “Entonces clamaron a Jehová en su angustia y los libró de sus aflicciones. Los dirigió por camino derecho, para que llegaran a ciudad habitable” (vv. 6-7). Algunos de ustedes habrán tenido esta experiencia. También usted se sintió inquieto, inseguro, yendo de un lugar a otro, hambriento y sediento en la vida, pero no pudo encontrarlo nunca. Usted lo intentó todo, pero, finalmente, cuando llegó al fondo, clamó al Señor en su angustia. No de repente o de manera instantánea, sino gradualmente, y Él comenzó a librarle. Empezó a dirigirle “por camino derecho”. Dios libra a las personas que se encuentran en esta condición, guiándoles por un camino recto. Han estado vagando dando rodeos, tortuosamente, pero ahora empiezan a ir derechos. Ésa es la manera que se describe en las Escrituras. Es un camino derecho que pasa por el centro de la vida. Dios les guía hasta que encuentran una ciudad en la que habitar, hasta que llegan al lugar de la emoción y la seguridad.
Señor, te doy gracias por oír mi grito pidiendo ayuda. Gracias por Tu amor constante, que me rescata de mis devaneos inquietos y me lleva por el camino derecho.
Aplicación a la vida
El estar como en nuestra propia casa con Cristo es una gozosa expectativa para Su pueblo. ¿Nos hallamos nosotros en el camino derecho que conduce al hogar, o nos hemos quedado satisfechos con las tierras arruinadas?