Alabad a Jehová, porque él es bueno, porque para siempre es su misericordia.
Salmo 107:1
Éste es el tema que se repite en el Salmo 107. El salmista habla acerca de la firmeza del amor de Dios. En hebreo la palabra significa “un deseo vehemente y ardiente” y se refiere al hecho de que el amor de Dios nunca se da por vencido. Nosotros pensamos acerca de él en el himno:
¡Oh amor que no me dejarás!
Descansa mi alma siempre en ti.
Lo que al final nos llega, lo que pone fin a nuestra rebeldía y hace que seamos libres de los problemas emocionales, es el amor incomparable de Dios, que nunca nos abandona. Podríamos usar un término que es más fácilmente entendido en nuestros días. En lugar de “amor constante” podríamos decir: “aceptación sin condiciones”. Eso es lo que hace el amor de Dios, nos acepta sin reserva alguna.
“Quien sea sabio y guarde estas cosas, entenderá las misericordias de Jehová” (Salmo 107:43). ¡Eso significa que debe usted pensar en todas estas cosas! Pregúntese qué relación tiene esto con usted. Son muchas las personas que pasan por situaciones difíciles. Muchas de ellas están yendo de un lado a otro, inquietas, hostiles o amargadas. Son prisioneras de alguna actitud, punto de vista o hábito. O puede que estén enfermas, neuróticas o emocionalmente trastornadas. Tal vez algunas se sientan temerosas, preocupadas por una crisis con la que se han encontrado. Puede que ésta sea su situación. Deténgase usted y piense en cómo Dios le acepta, cómo le ama, cómo se preocupa enormemente por usted y, por decirlo de alguna manera, se encontrará con usted dondequiera que se encuentre. Su amor no cambia en lo más mínimo, tanto si es usted un fracaso como si tiene éxito. A Él no le hace ninguna diferencia la impresión que pueda usted causar a otras personas. Dios le ama, se interesa por usted, y ya le ha recibido y le ha dado todo lo que puede dar en Jesucristo. Empiece usted a regocijarse por este hecho. Descubrirá que este amor le hará libre, de manera que pueda actuar conforme al poder y la libertad que Dios le da.
Cuando piense en su relación con otras personas, preste atención a estas cosas. ¿Ha intentado usted alguna vez la aceptación sin condiciones con su jefe? ¿O con su suegra? ¿O el niño que vive en la casa de al lado, que es tan malo y difícil? ¿Ha puesto usted alguna vez a prueba la aceptación sin condiciones de sus hijos cuando le están causando tantos problemas, sus adolescentes que hacen que se enfade usted cada vez que entra por la puerta? ¿Ha puesto usted alguna vez a prueba la aceptación sin condiciones en lo que se refiere a sus padres, que se están metiendo siempre con usted y da la impresión de que no le van a dejar en paz nunca? ¿Ha puesto usted a prueba alguna vez la aceptación sin condiciones de las personas difíciles o exigentes con usted?
Padre, ¡qué maravilloso es ver que Tu amor incondicional ha sido diseñado para cada situación en la que me puedo encontrar! Te suplico que me hagas libre por el amor, para que yo pueda cantar este maravilloso cántico de liberación.
Aplicación a la vida
Todo el mundo anhela un amor perdurable. ¿Dónde podemos ir para sentir esta aceptación sin reservas? ¿Cómo podemos nosotros mismos expresarlo? ¡Lo podemos hacer en Cristo!