Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
Salmo 23:4
Ésta es una vez más una escena muy pintoresca. El pastor está guiando a las ovejas a que regresen al hogar por la noche. Al pasar éstas por un desfiladero estrecho, las largas sombras se proyectan a lo largo del sendero. En hebreo esto es “el valle de profundas sombras”. Las ovejas, debido a que son tan tímidas e indefensas, se sienten asustadas por su experiencia, pero confían en el pastor y, por lo tanto, se sienten consoladas. No temerán a ningún mal porque el pastor está con ellas. Esto nos recuerda las palabras del Señor citadas en el libro de Hebreos: “No te desampararé ni te dejaré” (Hebreos 13:5). De modo que podemos decir con confianza: “El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre” (Hebreos 13:6). Yo no sé cuál ha sido su experiencia, pero siempre que yo me encuentro en una situación como ésta, cuando hay una gran presión, empiezo a preguntarme si el Señor no me ha abandonado, pero Él dice que nunca nos deja ni nos abandona; Él está siempre ahí. Por lo tanto, no tenemos ningún motivo para temer, y eso es un gran consuelo.
David escribe además: “tu vara y tu cayado me infundirán aliento”. La vara era un garrote que se usaba para ahuyentar a los animales salvajes. No se usaba nunca con las ovejas, sino que era un instrumento pesado que se utilizaba para proteger a las ovejas de animales rapaces que merodeasen. El cayado era un palo con un gancho en la punta que se podía usar para ayudar a las ovejas. Este gancho se podía usar para colocarlo alrededor de la pata de una oveja y tirar de ella para protegerla de una situación de peligro, y se podía usar como un instrumento para dirigir y ocasionalmente para disciplinar con golpecitos en el lado del cuerpo.
El entender cómo los pastores se cuidan de sus ovejas me ha ayudado mucho a entender el carácter de Dios. Cuando yo me alejo, Él no dice: “Ahí va esa estúpida oveja”, y ¡WAM!, golpeando con la vara. No, Su actitud es: ¿Cómo puedo ayudar a mi oveja? ¿Cómo puedo acercarme para traerla de vuelta a la fila? ¿Cómo puedo consolar a la oveja y suplir lo que necesita? Puede que Dios tenga que usar la disciplina, pero lo hace siempre con amor. Él reprende, corrige, anima e instruye en justicia, tratándonos con firmeza y con delicadeza.
La vara y el cayado también se usan en contra de dos de los más grandes enemigos con los que tenemos que enfrentarnos. La vara se usa para el enemigo exterior, Satanás, que está trabajando por medio del sistema del mundo para destruirnos. Jesús dijo: “Él es mentiroso y asesino”. Él está dispuesto a devorarnos; así que el Señor usa la vara sobre él, pero yo soy el otro enemigo, el enemigo interior. Según las palabras inmortales: “Nos hemos encontrado con el enemigo, y el enemigo somos nosotros”. Eso es algo que yo sé. La vara del pastor se usa para castigar y subyugar al enemigo interior, pero la confianza que Él nos muestra es que no tenemos nada que temer, ni del enemigo del exterior ni del enemigo interior.
Señor, te doy gracias por guiarme por el valle oscuro, protegiéndome del mal por el camino. Te doy gracias por reprender y corregirme, que es otra expresión de Tu gran amor.
Aplicación a la vida
El Buen Pastor rodea a Sus ovejas con Su presencia continua. ¿Cuáles dos evidencias tenemos de Su amor protector y Su firme y dulce cuidado de las ovejas?