Me acordaré de las obras del Señor; sí, haré yo memoria de tus maravillas antiguas. Meditaré en todas tus obras.
Salmo 77:11-12
Las palabras cruciales en estos versículos son: “haré yo”. Esto indica que el salmista tiene control de sí mismo; ya no es víctima de sus sentimientos, y eso es el punto. El control de su vida pasa de su corazón a su cabeza, y así es cómo Dios quiso que fuese. Se da cuenta que el lugar donde comenzar no es consigo mismo, como lo había estado haciendo, o con sus circunstancias, sino con Dios. Y el orden debido no es comenzando con la oración y la meditación, sino a la inversa, que lleva a la petición basada en entender quién es Dios.
Ésa es la salida y apunta a los problemas que tuvo este hombre con anterioridad. Comenzó la oración consigo mismo como el centro, que es algo que puede usted ver en sus palabras. Este problema que le ha llevado a Dios ocupa su mente. Todo lo que este hombre piensa es: “¿Qué es lo que me está pasando? Mirad cómo lloro y no sucede nada”.
El resultado de esto es siempre el mismo. Cuando nuestro yo está en el centro, entonces el corazón manda y la mente está siendo gobernada por los sentimientos. Entonces nos encontramos limitados por lo que la Biblia llama “el pensamiento natural”, o pensar de una manera estrecha que no toma en consideración todos los hechos. Aquí tenemos una imagen de un hombre que está dejándose llevar por sus sentimientos, permitiendo que estos le lleven a sentirse cada vez más angustiado y desesperado. Se da cuenta de que está intentando ser lógico, pero sólo en este único aspecto del pensamiento, relacionado consigo mismo, y es por este motivo que pierde lo esencial de una manera tan completa.
El corazón es un factor poderoso en el pensamiento humano. Cuando el corazón, las emociones y los sentimientos nos dominan y controlan nuestra manera de pensar, descubrimos que estamos impotentes, y no podemos razonar de manera adecuada. Pero si algo nos detiene, entonces la cabeza y la voluntad se imponen y dominan.
¿Qué tiene de malo empezar conmigo mismo? La respuesta es evidente. Las personas somos seres limitados, de manera que cuando empieza usted con la persona, su manera de pensar, como es natural, es limitada. Pero cuando empieza usted con Dios, está comenzando con el gran hecho que incluye todos los demás hechos. Ha ampliado usted su visión para abarcar cada uno de los aspectos de la verdad. Alguien ha descrito esta manera de pensar como “un pensamiento cuadrado”. La verdad no es un solo nivel de pensamiento; es un cubo que tiene laterales y otros aspectos, que es preciso que tengamos en cuenta. Toda verdad está relacionada con otra verdad. Usted descubrirá que al relacionar un hecho con otras verdades que la afectan en todos los lados del “cubo”, usted verá este hecho bajo una luz totalmente diferente a cuando la considera por sí sola.
¿Ha empezado usted a aprender cómo enfrentarse con la tentación de dudar que se apodera de usted, cómo de una manera sistemática, considerada y cuidadosa empezar donde Dios quiere que empiece y a trabajar sobre esta base? ¿Se ha elevado por encima de las limitaciones de la manera natural de pensar y ha empezado a pensar de manera espiritual?
Padre, enséñame a empezar no conmigo mismo y con mi propio entendimiento limitado, sino contigo.
Aplicación a la vida
Nos desanimamos cuando nuestros pensamientos se centran en nosotros mismos y se encuentran hundidos a causa de los problemas de la vida. Descubriremos que cambia nuestro panorama cuando Dios es el punto de partida de nuestra meditación.