¡Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas, en cuyo corazón están tus caminos!
Salmo 84:5
Aquí se nos explica el secreto de la utilidad: “Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas”.
Muchos de ustedes hace mucho tiempo que son cristianos. Cuando se encuentra usted con dificultades o presiones, ¿dónde encuentra su fortaleza? ¿Ha descubierto que sus fuerzas están en Dios, que Él es quién hace la diferencia?
Un sábado por la noche llegué a casa después de haber cumplido con mis responsabilidades en mi iglesia, sintiéndome muy cansado. Mi esposa me habló de algunas cosas que habían estado pasando, algunas de las presiones de la iglesia y en la familia. Eran la clase de cosas que yo normalmente desearía traer ante el Señor y orar sobre ellas, pero no sentía deseos de orar. Estaba cansado y quería irme a la cama. Pensé para mí mismo: “¿De qué sirve orar, de todos modos? Estoy tan cansado que mis oraciones no tendrían poder alguno”.
Entonces me vino a la mente: ¡Vaya, una cosa que decir! ¿Qué diferencia hace cómo yo me sienta? Yo no dependo de mis oraciones, sino del poder de Dios. Siempre me había molestado cuando oía a los cristianos hablar acerca del “poder de la oración”. No hay ningún poder en la oración; hay poder en el Dios que contesta la oración. Me sentí reprendido en mi propio espíritu al recordar que no hace ninguna diferencia lo cansado que yo pueda sentirme. Así que oré muy brevemente, porque el poder de la oración tampoco depende de lo larga que sea la oración. Charles Spurgeon acostumbraba a hablar a aquellos que tenían la idea de que el poder del ministerio dependía de los pulmones del predicador, pero tampoco es ésa la respuesta. El poder se halla en el Dios que está detrás de la oración: “Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas”.
Hace algún tiempo estaba intentando vender mi coche. Con la intención de poner un anuncio en el periódico, leí varios anuncios de venta de coches para enterarme de cómo expresarlo mejor. Me fijé en una frase que aparecía repetidamente en los anuncios. Decía: “potencia por todos lados”. Al principio no sabía lo que significaba esto, pero entonces me dí cuenta que se refería a la servodirección, al servofreno, a la transmisión automática, a las ventanillas automáticas, a los asientos con potencia automática y, en caso de que el auto sea un convertible, un techo automático. ¡Potencia en todos los aspectos! Toda esta potencia ha sido diseñada con el propósito de eliminar el terrible esfuerzo a la hora de conducir, de manera que todo lo que tiene usted que hacer es sentarse, empujar unos cuantos botones, y suceden cosas. ¡Qué tremenda descripción de la vida cristiana: potencia por todos lados!
Señor, Tú eres la fortaleza de mi vida. Cuando yo me siento cansado y abrumado, permíteme acudir a Ti para el poder que necesito.
Aplicación a la vida
¿Nos estamos perdiendo la maravilla de la divina invasión que es Cristo en nosotros? ¿Colocamos todo el peso de nuestra debilidad y cansancio sobre ese poderoso Recurso?