Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, digo: “¿Qué es el hombre para que tengas de él memoria?”
Salmo 8:3-4a
Imagínese usted la escena. Aquí tenemos a un joven David bajo las estrellas de noche cuidando sus ovejas. En aquel tiempo y lugar, el aire no estaba oscurecido por la niebla con humo ni sometida a la polución de productos irritantes que hoy en día llenan la atmósfera. Las estrellas eran brillantes y la luna, en su plena fase, cruzaba los cielos. Él sintió, como lo hemos sentido todos al estar bajo las estrellas de noche, una mezcla de misterio y de reverencia al ver los cielos cubiertos de estrellas. Consideró la belleza de la naturaleza como un testigo silencioso de la sabiduría de Dios. Toda la impresionante belleza de esta escena pasó ante sus ojos al ponerse el sol. David se sintió asombrado por la grandeza de Dios, que pudo crear semejantes cosas.
Treinta siglos después de que David escribiese estas palabras, nosotros sentimos el mismo asombro cuando consideramos el cielo cuajado de estrellas. Los astronautas han podido, de hecho, caminar físicamente sobre la misma luna que David pudo observar sólo a distancia, pero todo el conocimiento que hemos obtenido acerca del universo en el que vivimos solamente sirve para profundizar nuestra impresión de la tremenda sabiduría y poder de Dios. ¡Qué inmenso es el universo en el que vivimos! Estos billones de galaxias en rotación siguen su curso silencioso en las profundidades del espacio. ¡Qué tremendo es el poder que sostiene todo y hace que siga funcionando como una unidad armoniosa! Eso fue lo que impresionó a este salmista.
Pero después se enfrenta con la pregunta inevitable que se hacen todos aquellos que contemplan la grandeza de Dios. “¿Qué es el hombre”, pregunta, “a los ojos de Dios, que pudo crear un universo como éste?”. Usted reconocerá que ésta es la pregunta que clama, pidiendo una respuesta en la actualidad. ¿Qué son los humanos? ¿De dónde vinieron? ¿Cuál es su propósito aquí? ¿Por qué existen en este pequeño planeta en este vasto universo? Éstas son las preguntas que se hacen más y más cada día.
El salmista a continuación contesta su propia pregunta: “Lo has hecho poco menor que los ángeles y lo coronaste de gloria y de honra” (Salmo 8:5). El hombre tiene una relación única con Dios y fue creado para ser un poco menor que Dios. Lo que se incluye en esta expresión asombrosa es la revelación del propósito de Dios para el hombre. Según la Biblia, Dios creó al hombre para que fuese la expresión de la vida de Dios, el vehículo humano de la vida divina, el medio por el cual el Dios invisible se hiciese visible a Sus criaturas. El hombre debía ser el instrumento mediante el cual Dios realizaría Su obra en el mundo y la expresión del carácter y ser de Dios. Él es la criatura más cercana a Dios. No hay ningún otro más cercano, porque Dios mismo debía vivir en el hombre. Ésta es la revelación de la Biblia. El hombre es un ser tan único, tan asombroso, que Dios mismo tiene la intención de vivir en él, para ser la gloria de la vida del hombre.
Padre, te damos gracias porque en Ti hallamos nuestro verdadero valor e identidad.
Aplicación a la vida
Dios creó a los seres humanos para que estuviésemos totalmente vivos en unión con Él. ¿Estamos nosotros permitiendo a Dios restaurar esa unión con el Cristo resucitado, para que Él esté totalmente vivo en y por medio de nosotros?