El que fue sembrado entre espinos es el que oye la palabra, pero las preocupaciones de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa.
Matthew 13:22
He aquí el típico americano.
¿Cuál es el problema?
Los negocios, eso es todo.
No es que no tenga interés; sí que le interesa el evangelio.
No es que sea superficial; no lo es.
Es muy capaz de pensar en profundidad, de analizar los problemas y de meditar largamente.
Lo hace en los negocios y en su vida social.
El problema es que lo quiere todo.
Quiere los frutos de vida que vienen del evangelio, pero con ellos también quiere todo lo demás.
Desea las llamadas cosas buenas
de la vida.
Podemos describirlo como alguien que intenta no ser menos que el vecino.
(Eso significa comprar cosas que usted no necesita con dinero que usted no tiene para impresionar a gente que ni siquiera le gusta.)
Quiere el último modelo de televisor, y una piscina, y una casa estupenda, y dos coches preciosos y una amplia vida social.
El resultado es que no tiene tiempo para pensar en la Palabra, ni para recibirla y meditarla.
Está demasiado envuelto en los asuntos de este mundo y la consecución de cosas.
Cuando mis hijas eran pequeñas, a una de ellas le solía gustar ir en el auto conmigo. Yo la invitaba a ir conmigo, pero ella corría y agarraba el osito y el conejito de peluche y tres muñecas y varias clases de juguetes y venía corriendo con los brazos llenos e intentaba entrar en el auto. Pero no había sitio para todos, así que tenía que elegir entre sus amigos y yo. Creo que gané la mayor parte de las veces, pero ella estaba demasiado decidida a llevárselo todo con ella.
Eso es lo que está ocurriendo con la gente actualmente. Lo quiere todo.
Quieren todo lo que el mundo puede ofrecer y todo lo que Dios puede ofrecer.
Pero lo excepcional de la Palabra es que Dios nunca se plegará a esas condiciones.
Él siempre está diciendo: Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas
(Mateo 6:33).
¿De qué le servirá al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma?
(Mateo 16:26).
Gracias, Padre, por la promesa que nos das. No hay nada más valioso que Tú. Desengánchame de las muchas cosas
buenasque obstaculizan el camino a lo que es mejor.
Aplicación a la vida
¿Hasta qué punto se puede decir de mí: “Quiere todo lo que el mundo puede ofrecer y todo lo que Dios puede ofrecer. Lo quiere todo”?