Santifícalos en tu verdad: tu palabra es verdad.
Juan 17:17
En un mundo generosamente provisto de artistas del engaño, políticos charlatanes y mentirosos descarados, es un gran alivio saber que hay un lugar donde uno puede siempre escuchar la verdad. Ese lugar es la Biblia. Dios es Alguien realista. Él trata con todos y con todo sabiendo exactamente cómo son, y Él lo sabe porque lo hizo todo y a todos. Para Él es imposible decir una mentira, porque ¡Él mismo es la Verdad!
Para nosotros no es siempre fácil oír la verdad. A veces me traspasa y me condena. A veces desearía poder esquivarla, y entonces me recuerda que ha sido enviada para sanarme. A menudo me anima y alienta. Algunas veces me reconforta cuando no hay nada más que pueda hacerlo. Me confronta con paradojas de revelaciones que me intrigan y me retan. Desenmascara las ilusiones seculares de hoy y revela a qué destructivo final conducen. Lidia honestamente con conceptos incómodos y se opone a los grilletes de la tradición.
He aprendido a apreciar la Biblia sobre todo porque ¡me coloca cara a cara frente a mi Dios! O al menos la relación es tan personal que parece un encuentro cara a cara. Mi padre celestial se vuelve más real y cercano que cualquier otro padre de la tierra. No puedo sino ver a mi Señor y Salvador de pie junto a mí hablándome cuando leo Sus palabras en los evangelios. Algunas veces las palabras de las Escrituras se vuelven tan vívidas y luminosas que me dan ganas de arrodillarme o incluso postrarme sobre mi rostro ante la majestad de Dios. Ningún otro libro tiene tal poder de transportarme más allá de la tierra a los lugares celestiales.
Frecuentemente me entero del poder de la Biblia también en la vida de los demás.
La veo despertar una respuesta en muchos lectores que les lleva a atrapar y apropiarse de las promesas de Dios.
La he observado remodelar las mentes de una congregación entera para que vea la vida bíblicamente y con realismo.
A muchos la Biblia les ha revelado el significado de su humanidad y clarificado la manera en que estaba destinada a funcionar.
Ella despierta la compasión y libera del egoísmo.
Incita a la verdadera adoración, enraizada en la verdad y emanando del Espíritu Santo en nuestro interior.
No es extraño que Jeremías dijera: Fueron halladas tus palabras, y yo las comí. Tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí...
(Jeremías 15:16).
Padre, abre mi corazón para que al encontrar Tu Palabra pueda encontrarte hablándome. Haz surgir en mí un espíritu de verdadera adoración, cimentado en la verdad y emanando del Espíritu que mora en mí.
Aplicación a la vida
Dedique algún tiempo a leer su Biblia hoy como si Dios estuviera hablándole en un encuentro cara a cara. Deje que el Señor le guíe hacia un tiempo de adoración personal.