Primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras.
1 Corintios 15:3
Como cristianos no tenemos derecho a puntos de vista sobre las Escrituras diferentes de los que los apóstoles tenían.
Los apóstoles, como nuestro Señor, son nuestros maestros, no nosotros los suyos.
Karl Barth escribió:
No podemos ponernos a mirar por encima del hombro a los apóstoles y corregir su obra.
Son ellos los que nos miran corrigiendo nuestro trabajo
.
Los apóstoles declaran que su autoridad es sencillamente la autoridad del Señor.
Ellos basan de lleno la autoridad de sus palabras en la autoridad del Señor Jesús.
Éste no es un mensaje inventado.
No es algo sacado de esta y aquella filosofía, esa autoridad y la otra, o aquel modo de pensar.
No se ha recibido de los hombres en absoluto, dice Pablo.
Los apóstoles son muy conscientes de que las palabras del mensaje que predican son las palabras de Dios.
Escuchen a Pablo cuando escribe a los tesalonicenses:
Por lo cual también nosotros damos gracias a Dios sin cesar, porque cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes
(1 Tesalonicenses 2:13).
Aquí tenemos una afirmación clara de que él era consciente de que lo que decía eran más que sus propios pensamientos, más que sus propias ideas, más que sus propios conceptos teológicos.
Cada apóstol consideraba las palabras de los otros apóstoles del mismo modo.
Hay un llamativo pasaje donde Pedro dice, en referencia a las cartas de Pablo:
… os ha escrito en casi todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen (como también las otras Escrituras) para su propia perdición
(2 Pedro 3:15b-16).
Pedro deja claro que aceptaba los escritos de Pablo como Escrituras, y la iglesia primitiva desde el mismo principio aceptaba estos escritos apostólicos como las auténticas palabras del Señor Jesús.
En vista de esto, cuando un profesor de Chicago hace una declaración, desde detrás de un escritorio, que difiere de las que Pablo, Pedro, Santiago o Juan han hecho, es que las rechaza.
Estos hombres que vivieron en el siglo primero y se relacionaron con el Señor Jesús, quienes oyeron Sus palabras y ministraron con tanto poder por todo el mundo de su época, como para transformar la generación en la que vivieron, sabían mucho más sobre lo que Dios pensaba y decía que cualquiera que estudie teología hoy.
Padre, oro para que Tu iglesia abrace Tu Palabra y así ministre con tal poder que transformemos la generación en la que vivimos.
Aplicación a la vida
¿Confía usted en las declaraciones de los hombres o en las de Dios? ¿Es la Palabra de Dios la que conforma las convicciones que hay detrás de su trabajo y ministerio?