Grapes on the Vine, God's Abundant Provision for His People

Devoción del 5 de febrero

Vida desde la muerte

Dondequiera que vamos, llevamos siempre en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos, pues nosotros, que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.

2 Corintios 4:10-11

Hay dos factores actuando aquí. Uno es una actitud interna que debemos aceptar: llevamos siempre en el cuerpo la muerte de Jesús. El segundo es una actividad externa a la que estamos expuestos: pues nosotros, que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús. Pero fíjese que el resultado es el mismo. Cada versículo termina con estas palabras: … para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. ¡No en nuestra carne inmortal, no en algún día soleado, sino ahora!

¿Cuál es el secreto? Es la muerte de Jesús, el morir de Jesús, la cruz de Jesús. La clave para experimentar la vida de Jesús es la muerte de Jesús. La clave para descubrir la gloria de este tesoro escondido dentro (el vivir la vida del Señor Jesús ahora) es la aceptación del significado y resultado práctico de Su muerte.

La cruz de Jesús tenía sólo un propósito: acabar con un hombre malo. Puede sonar extraño decir eso de Jesús, porque normalmente no pensamos en Él como siendo malo. Pero recuerde que las Escrituras dicen eso: Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado (2 Corintios 5:21). Y cuando llegó a ser lo que nosotros somos, no había nada que Dios pudiera hacer sino condenarlo a muerte. Acabó con Él. Eso es lo que Dios tiene intención de hacer con los que estamos apartados de Cristo. Jesús desea conducirlo todo a un final total con la muerte en una cruz.

La cruz mata al orgulloso ego, ese elemento dentro de nosotros que, cuando hacemos algo bien, quiere tocar una trompeta para que todos lo sepan. O cuando hay una oportunidad de lucirse, hace que acudamos ansiosos a ponernos en la fila. Es esa naturaleza interna que no quiere que los demás sean tan cultos, populares, hábiles y guapos como yo. Es esa naturaleza que se resiente cuando eligen a otro para lo que yo quiero. Es lo que lucha para ser el centro de mi vida y se expresa con autocompasión, autoindulgencia y autoafirmación, el ego que busca constantemente ser atendido. Y el secreto de experimentar la vida de Jesús es una actitud que da la bienvenida a la cruz y gustosamente consiente en tener el ego crucificado en nuestro interior: condenado a muerte, sin permitir que se exprese, sin lugar para su gratificación en nuestra vida. Cuando hacemos eso, entonces la vida de Jesús se hace manifiesta inmediatamente y resplandece.

Pienso en Gedeón y su banda de trescientos hombres que se reunieron alrededor del campamento de los madianitas. Llevaban antorchas escondidas en vasijas de barro, jarras de barro, que ocultaban la luz. Rodearon el campamento de los madianitas y, tras una señal, rompieron las vasijas, y la luz resplandeció (ver Jueces 7:20-22). Hubo una gran victoria sobre los madianitas, quienes vieron, en apariencia, un gran ejército rodeándolos y amenazándolos. A eso es a lo que va Pablo. La vasija debe romperse. Debe haber algo que pulverice este ego orgulloso dentro de nosotros, esta expresión personal. En la medida que aceptemos eso, la vida de Jesús fluirá en nosotros.

Señor, enséñame a aceptar estos desaires a mi ego, estas experiencias humillantes que me quebrantan, pero que también producen la vida de Jesús dentro de mí.

Aplicación a la vida

¿Entiende y reconoce que la muerte de Jesús creó el camino para crucificar su propia autodependencia?

Esta devoción diaria fue inspirada por un mensaje de Ray

Pots, Pressures, and Power

Lea el mensaje de Ray