Legalismo: Falso cristianismo

Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.

Gálatas 5:1

Legalismo. Tendemos a pensar que todo el mundo lo padece, pero que nosotros no. Es como el resfriado común. No entendemos lo que es o cómo curarlo, pero casi todos lo sufren, y vemos que es altamente contagioso. El legalismo es así. Llega hasta usted, y apenas sabe como ha ocurrido, pero ahí está. Los síntomas se presentan de repente, y usted no sabe qué hacer con él —ciertamente no sabe cómo curarlo— y lo sufre, pero no sabe qué es lo que va mal.

Pero el legalismo es una de las armas favoritas del enemigo. A él le encanta hacer que los cristianos sean legalistas, porque entonces ha destruido su gozo del Espíritu y puede usarlos para esparcir la confusión entre otros creyentes. Eso es lo que ocurre en Galacia. Aquí había un grupo de nuevos cristianos que tuvieron un comienzo fantástico. Se habían entregado totalmente a Cristo. Pero, después de un tiempo, el legalismo se instaló. Lo que había sido un brillante y maravilloso testimonio de la gracia de Dios se convirtió en un grupo de aburridos, apáticos religiosos, fríos, estériles y vacíos.

Esto es lo que hace el legalismo. ¡Destruye! Lo hizo entonces y hace lo mismo ahora. No conozco una desgracia más extendida en la cristiandad, ni más devastadora en su destructividad que ésta. Por todo el mundo muchas iglesias hoy están metidas en un féretro de aburrimiento y futilidad, en gran parte debido al espíritu legalista que ha ahogado su vitalidad espiritual.

El legalismo puede ser descrito como cristianismo falso. Suena cristiano, parece cristiano, pero no es verdadero cristianismo. Es una falsedad adulterada, una falsificación superficial y vacía de lo real. El verdadero cristianismo, por otro lado, es manifestar genuinamente un comportamiento como el de Cristo por la dependencia de la obra del Espíritu de Dios interior, motivado por el amor a la gloria y honra de Dios. Esto es lo auténtico. Se espera que haya un modelo de comportamiento semejante al de Cristo. También se necesita un poder adecuado y suficiente. La buena noticia es que Dios nos ha dado poder adecuado y suficiente, dentro de nosotros, disponible en todo momento, de modo que nunca tengamos una excusa para no ser lo que deberíamos ser. Con el Espíritu de Jesucristo habitando en nosotros, tenemos lo que hace falta: poder adecuado y suficiente. También hay un hambre poderosa e irresistible por la gloria de Dios. En resumen, la verdadera vida cristiana es cumplir una ley por medio de un poder único y llevados por un deseo abrumador.

Señor, ayúdame a identificar las tendencias legalistas en mi vida y vivir en la libertad del Espíritu que has puesto a mi disposición.