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Devoción del 17 de febrero

Legalismo: El criterio equivocado

Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones. Uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, sólo come legumbres. El que come de todo no menosprecie al que no come, y el que no come no juzgue al que come, porque Dios lo ha recibido.

Romanos 14:1-3

Una forma de legalismo es tener un criterio equivocado. El legalismo entonces empieza a imponer exigencias innecesarias e injustificadas sobre uno mismo y sobre los demás, especialmente en aspectos que no están prohibidos en las Escrituras. Hay un criterio que está prescrito; la Ley de Dios nunca cambia y siempre tiene razón; siempre es aplicable y relevante para un cristiano. Por ejemplo, siempre está mal asesinar, o mentir, o robar, o cometer adulterio, o codiciar los bienes del prójimo. Estas cosas siempre están mal; nunca están bien, y nunca hay razón para justificarlas.

Pero hay otras áreas en las cuales se nos da una gran cantidad de libertad personal, y es legalismo establecer otros criterios (particularmente para los demás) en estos aspectos. Aquí debemos ser cuidadosos, porque, para nosotros mismos, es apropiado establecer criterios o normas que se apliquen a nosotros. Cuando tenemos dificultades con alguna situación, o descubrimos una debilidad en nosotros, es sabio crear una norma para nuestra protección.

Pero el legalismo llega cuando un grupo de cristianos hacen reglas los unos para los otros. Cuando los primeros cristianos escribieron a Pablo, preguntaban: ¿Qué pasa con esos cristianos que están comiendo carne ofrecida a los ídolos?. Un grupo de ellos estaba turbado por esto y escribieron al apóstol diciendo: No creemos que eso esté bien. Pero Pablo contestó y dijo, en efecto: Ésta es un área en la que cada uno debe estar plenamente convencido de lo que piensa. Ustedes no pueden hacer normas para los demás, y tienen que respetar la conciencia del hermano más débil. Si está perturbado por una determinada acción, entonces no alardeen de su libertad en su presencia, pero cuiden de que haya amor mutuo.

Así que, para los cristianos, se convierte en legalismo el imponer estándares de logro o comportamiento o espiritualidad sobre otros. Hoy día eso implica cómo vestimos, cómo guardamos el sábado, la clase de entretenimientos que disfrutamos, y lo que elegimos para comer y beber; todas estas cosas se convierten en legalismo cuando se legislan para otros. Estos son aspectos en los que se nos deja libertad para que nos guíe nuestra conciencia, instruida por la Palabra de Dios en los principios generales. Somos libres de aconsejarnos y ayudarnos los unos a los otros, pero no de crear leyes. Es un error, una absoluta equivocación, hacer eso. Se convierte en legalismo cuando imponemos exigencias injustificadas sobre otros en aspectos que las Escrituras no prohíben.

Perdóname, Señor, por las veces que he juzgado a otros con criterios que no están en Tu Palabra. Recuérdame que no juzgue a los que Tú has aceptado.

Aplicación a la vida

¿Le pedirá a Dios que le haga saber cualquier criterio legalista que usted esté imponiendo a otros y que le libre de juzgarles?

Esta devoción diaria fue inspirada por un mensaje de Ray

Legalism

Lea el mensaje de Ray