Las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; las escribirás en los postes de tu casa y en tus puertas.
Deuteronomio 6:8-9
Estas palabras de Moisés nos suenan extrañas. Muchos de los judíos se las tomaron bastante literalmente. De hecho, los fariseos en tiempos de Jesús estaban haciendo una tremenda exhibición de esto. Ellos realmente tomaban rollos de pergamino en miniatura de las Escrituras con los diez mandamientos y otros pasajes escritos en ellos, y hacían cajitas para ellos llamadas filacterias; se ataban las cajitas en el dorso de la mano izquierda y se las liaban en la frente entre los ojos, e iban por ahí con ellas colgadas. Y literalmente escribían sobre los postes de las puertas exteriores de sus casas. Así intentaban cumplir con este mandamiento de una manera muy acartonada y mecánica. En Mateo 23, se nos cuenta que Jesús les reprendió por hacer esto, con el fin de llamar la atención, ganar notoriedad y hacer ver que eran gente muy religiosa (Mateo 23:5).
Aunque ésta era una manera equivocada de mostrarlo, estos judíos habían captado parte de la importancia de este pasaje. Estaban intentando cumplir con el significado de una palabra que Moisés emplea aquí: señal. Sus palabras eran como una señal, dijo, sobre la mano y entre los ojos y sobre los postes de las puertas. ¿Qué es una señal? Las señales son unos elementos importantes en la vida. Una característica de las señales es que son una forma de transmitir autoridad. No hace falta poner el nombre de la autoridad sobre una señal para que la gente la obedezca. Tenemos tan enraizada la idea de obedecer las señales, que las obedecemos cuando es casi absurdo hacerlo. Hay una autoridad inherente a las señales.
Ésta es la idea a la que Moisés está llegando aquí. Debe haber algo en una señal que obliga a la obediencia. Estas palabras, decía, serán como si estuvieran atadas a vuestra mano, no literalmente, sino figuradamente. Vuestras manos, por supuesto, simbolizan vuestras obras como padres. Éstas han de ser guiadas por las Escrituras, por la sabiduría de la Palabra de Dios. Y han de ser como si estuvieran en vuestra frente, es decir, guiando vuestra vida del pensamiento, vuestra inteligencia. Vuestra reflexión sobre la verdad debería estar gobernada y dirigida por estas palabras. Los postes y las puertas de la casa nos llevan al contacto con el mundo exterior, describiendo así nuestro comportamiento hacia los parientes y amigos, hacia los vecinos y la sociedad en general. Todo esto ha de ser gobernado y controlado por la sabiduría de Dios. Cuando eso ocurra, dice Moisés, los padres tendrán una tremenda autoridad en la vida de sus hijos. Y será una autoridad, no derivada de su posición de padres, sino surgida del respeto que generan como personas responsables. Eso es lo que crea autoridad en un hogar. El hogar donde los padres sean abiertos y sinceros, y genuinamente comprometidos ellos mismos a seguir la Palabra de Dios, así como a pedir a sus hijos que lo hagan, será siempre un hogar donde los padres tendrán autoridad en la vida de sus hijos.
Señor, perdóname por poner tan a menudo otras cosas alrededor de Tu Palabra. Crea en mí hambre de Tu Palabra y un deseo de vivirla ante aquellos a los que cuido.
Aplicación a la vida
¿Soy abierto y sincero y verdaderamente comprometido a seguir la Palabra de Dios en todos los aspectos de mi vida? ¿Ven mis hijos esto?