Dijo Jehová Dios:
No es bueno que el hombre esté solo: le haré ayuda idónea para él.Génesis 2:18
La primera cosa que queda clara en este pasaje es que la mujer fue creada para ser la compañía del hombre.
Hoy sabemos que una de las emociones más desoladoras que puede experimentar el ser humano es la soledad.
Cuando Dios pronunció la frase no es bueno
acerca de la condición humana, fue la exclamación por el primer elemento negativo en la historia de la creación.
Hasta ahora todo había sido declarado bueno
, y en el sexto día de la creación Dios dijo que todo lo que había hecho era muy bueno
.
Pero ahora leemos que no es bueno que el hombre esté solo
, indicando que nunca fue la intención de Dios que el hombre estuviera solo, que desde el mismo principio pretendía hacer dos sexos en la creación del hombre.
Para un humano, sea hombre o mujer, que exista en soledad, hay siempre una amenaza destructora de la felicidad y el bienestar de ese individuo. La soledad es una de las grandes causas de suicidio en este país y es, indudablemente, la causa más extendida de tristeza en el mundo actual. Sin embargo, es una experiencia perfectamente humana. Cada uno de nosotros ha sentido a veces la necesidad de compañía humana. Dios nos hizo así. Nos necesitamos unos a otros. Dios sabe que nos necesitamos y nos proporciona a los demás. En este pasaje queda claro que la principal, aunque no única, respuesta a la soledad del hombre es la creación de la mujer; hombre y mujer juntos en el matrimonio. Uno de los propósitos primarios del matrimonio es proporcionar compañía, el compartir la vida juntos.
La segunda intención expresada aquí por Dios era que la mujer debería ser una ayuda para el hombre, alguien con quien compartir, no sólo su vida como compañera, sino también su trabajo y responsabilidades. Esto ha sido cierto desde el mismo comienzo de la existencia del hombre: los hombres y las mujeres están diseñados para trabajar juntos. Quizás no hay nada más destructivo para el matrimonio que la actitud que existe en muchos hogares que considera que el hombre tiene su área de responsabilidad, tal como su oficina, su trabajo, etc., y la mujer tiene la suya, el hogar, los hijos, etc., y hay poca o ninguna participación de los dos juntos en estas áreas. Siempre es un factor destructivo para cualquier cónyuge, en cualquier hogar o matrimonio, sentir que tienen un ámbito privado que excluye al otro. El hombre no tiene mucho que decir en el hogar; la mujer no tiene nada que ver con el trabajo de su marido. Esto es una terrible equivocación. Dios hizo a la mujer para ser una ayudante del hombre y para compartir con él responsabilidades e intereses en común, aunque inevitablemente podrían tener diferentes tareas a causa de la naturaleza de sus trabajos.
Gracias, Señor, por reconocer mi profunda necesidad de compañía. Ayúdame a expresar un compañerismo profundo con mi pareja, si estoy casado, y con otros hermanos y hermanas en Cristo, si no lo estoy.
Aplicación a la vida
¿Soy consciente de mi necesidad de compañía humana? ¿A quién ha traído Dios a mi vida para cubrir esta profundísima necesidad? ¿Cómo puedo mostrar mi aprecio por ellos?