Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos, para que también los que no creen a la palabra sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, al considerar vuestra conducta casta y respetuosa.
1 Pedro 3:1-2
El tema de la sumisión de una mujer a su marido suscita la cuestión espinosa de cómo ha de hacerse eso.
Las mujeres, con mucha razón, preguntan: ¿Hasta qué punto debo llegar en esto?
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La respuesta de las Escrituras está contenida en la primera palabra de este pasaje: asimismo
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Esto indica que ya se ha dado un ejemplo y que las mujeres tienen que seguirlo en su sumisión.
Es el ejemplo de Jesucristo con Su sumisión a las circunstancias en las cuales el Padre le había puesto.
Las esposas han de someterse a sus maridos como Cristo se sometió al Padre.
La sumisión de la esposa a su marido es una especie de medidor del grado en que ella está sometida a Cristo.
Al usar el ejemplo de Cristo, queda claramente evidente que no ha de haber un alejamiento moral por parte de la esposa de lo que ofendería a su conciencia. Ningún marido tiene derecho de pedirle a su esposa que desobedezca a su conciencia. Jesús nunca luchó contra Su conciencia en Su sumisión al Padre. Nunca rebajó Sus niveles morales, aunque significaba que había muchas cosas que Él mismo no disfrutaba o no le gustaban, que soportaba porque eran la elección del Padre para Él. Así que las esposas deben confiar en sus maridos y seguirlos hasta donde puedan. Cuando no puedan en buena conciencia, todavía deben amarlos y someterse a ellos en todo lo demás.
Pedro insinúa un falso concepto de sumisión con la frase: sin palabras
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En este caso tenemos una situación donde las mujeres están casadas con maridos no cristianos.
Quizás ninguno de los dos era cristiano cuando se casaron, pero la esposa ha recibido a Cristo desde entonces y ahora está casada con un hombre que no está de acuerdo con ella en asuntos espirituales.
Las esposas
, dice, han de someterse a tales maridos, de modo que algunos, aunque no obedezcan a la Palabra, puedan ser ganados para Cristo sin mediar palabra por parte de la esposa
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Sin palabras
no significa que ella no haya de hablarle nunca; sólo significa que no ha de atosigarlo.
Atosigarlo es frecuentemente una evasión sutil por parte de la esposa de su responsabilidad de someterse a su marido.
Es un intento de coger las riendas, sin que lo parezca, bajo el disfraz de que se preocupa por un buen fin.
El atosigamiento hace una de dos: O bien, el hombre se pone cabezota y obstinado, o se acostumbra a rendirse con tal de mantener la paz.
Si su reacción es la obstinación, es porque siente que su masculinidad ha sido desafiada.
Si cede para mantener la paz, y esto dura lo suficiente, la esposa se encuentra catapultada a un papel para el que no es apta ni la hace feliz, el papel de tomar decisiones.
Padre, perdóname por las muchas veces que leo pasajes como éste y me los tomo a la ligera, como si fueran sólo un consejo y no una revelación de una importancia tan esencial que la vida se vuelve insoportable cuando me desvío de ellos. Amén.
Aplicación a la vida
¿Creo que mis acciones son más poderosas que las palabras para cambiar los corazones de aquellos a los que amo?