Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten.
Colosenses 3:21
Esta palabra que se traduce como padres podría bien ser traducida como padres y madres, porque incluye a ambos.
Pero aquí, el énfasis se pone en el padre, pues guiar a la familia es su responsabilidad.
No hay nada más deshonroso para la fe cristiana que la actitud adoptada por muchos padres: Es mi trabajo ganarme la vida; el trabajo de ella es criar a los niños
.
¡No es así!
El padre está llamado a liderar, pero ha de hacerlo con la gentileza de Cristo.
Así que el mensaje está dirigido a los padres: Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten
.
La palabra exasperar
viene de la palabra agitar, excitar o irritar
.
Esto no implica que los padres nunca digan o hagan algo que irrite a sus hijos.
La disciplina puede a menudo irritar a un hijo.
Pero no debemos tratar de evitarlo siempre.
En el mensaje original se dice en el presente continuo.
O sea que, en realidad, está diciendo:
Padres, no estéis irritando a vuestros hijos.
No sigáis machacándoles y atosigándoles, o se desanimarán
.
Ésta es una lección importante para los padres.
Uno de mis nietos estaba un poco huraño el otro día cuando yo le estaba corrigiendo por algo.
Cuando le pregunté por qué estaba actuando de esa manera, el dijo: Porque siempre me estás acusando
.
Eso me hizo pensar.
No me daba cuenta de que él lo veía así.
Yo no creía que estuviera siempre acusándole; estoy seguro de que no, pero a él se lo parecía.
Me di cuenta de que sería mejor cambiar y abordar las cosas de manera diferente.
De eso trata totalmente este mensaje a los padres.
He descubierto, a través de una larga experiencia, que hay tres cosas que los padres hacen que son particularmente irritantes para los hijos.
La primera es ignorarlos.
Un padre que no tiene tiempo para su hijo pronto creará en él un resentimiento profundamente asentado.
El niño puede que no sepa como expresarlo o explicar el problema, pero siente que él no es importante ni valioso.
Una segunda fuente de irritación es consentir a los hijos, dándoles todo lo que quieran.
Eso pronto los hará personas inquietas e insatisfechas.
Los hijos anhelan ser guiados y dirigidos; anhelan un trato profundo, no una indulgencia superficial.
Tal indulgencia creará frecuentemente un resentimiento profundamente arraigado, que a veces durará toda la vida.
Insultarlos y menospreciarlos es también una fuente de resentimiento en los hijos.
Se desalentarán y se les quitarán las ganas de las cosas de Dios.
Muchos hijos, tarde o temprano, se vuelven resentidos si sus padres no obedecen el mensaje del apóstol: Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten
.
Estoy agradecido, Señor, por tenerte como Padre celestial. Enséñame a fortelecer a mis hijos en lugar de exasperarlos.
Aplicación a la vida
¿Cuáles son las maneras concretas en que puedo fortalecer a la generación que me sigue en lugar de exasperarlos?