Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos, para que también los que no creen a la palabra sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, al considerar vuestra conducta casta y respetuosa.
1 Pedro 3:1-2
No importa cuán a menudo lea usted esto, el resultado es siempre el mismo: Someteos a vuestros maridos
. La versión King James dice: Estad en sujeción
; la versión Philips
lo traduce: Adaptaos a vuestros maridos
; la New English Bible dice: Aceptad la autoridad de vuestros maridos
.
Todas ellas están interpretando una palabra en griego que literalmente significa situarse debajo
, ponerse bajo el liderazgo del marido.
Esto no quiere decir que sea una relación tirano-esclava.
Las Escrituras claramente indican algo diferente, especialmente en el mensaje a los maridos en el versículo 7.
Pero sí que significa que la esposa ha de estar dispuesta a acatar las decisiones finales del marido en asuntos concernientes a la familia y el hogar.
Esta necesidad de que la mujer se someta a la autoridad del marido ha sido inflada hasta dimensiones inapropiadas.
Obsesionarse con ese aspecto del matrimonio es como no apreciar las rosas porque tienen espinas, aunque también sean muy hermosas y tengan una fragancia deliciosa.
Hay dos asuntos importantes que Pedro sugiere sobre la sumisión de la mujer: El primero es que esto es necesario con el fin de que el hombre pueda ser hombre.
La primera responsabilidad de un marido en el matrimonio es ejercitar el liderazgo según Dios.
Y no puede haber dos líderes.
Como alguien ha señalado: Cuando dos personas están sobre un caballo, una tiene que ir detrás
.
Así que, en el matrimonio, uno debe dirigir y otro debe seguirlo.
De modo que ¡el grado en el que un hombre cumple su liderazgo depende de la esposa!
Ningún líder puede ir más allá de lo que sus seguidores le permitan.
Son los seguidores los que hacen posible el liderazgo.
Por tanto, sólo cuando la esposa esté dispuesta a permitir, e incluso a animar, a su esposo a liderar, él será capaz de consumar su hombría.
Este sometimiento es también necesario para que una mujer sea una mujer. Si el marido va a ser un hombre, y se necesita la sumisión de la mujer para hacerlo posible, entonces también se necesita esta sumisión para que la esposa sea una mujer. Ninguna mujer está nunca realmente contenta en el papel de un hombre. La afirmación de que las mujeres deberían ser libres para hacer todo lo que los hombres hacen y así expresar su libertad imitando a los hombres, es entender mal la relación de hombre con mujer y mujer con hombre. Esto no quiere decir que una mujer casada no pueda trabajar en los negocios y la industria. Significa, sin embargo, que nunca encontrará ahí la satisfacción y la realización que puede encontrar en su hogar, si las condiciones de ese hogar son las que Dios tenía la intención que fuesen. Esto no es siempre posible, lo sé, pero es siempre lo mejor.
Padre, enséñame a seguir estas cosas: como esposa, a someterme a mi marido; como marido, a amar y valorar a mi esposa; y así formar matrimonios que se conviertan en ejemplos de lo que había en Tu corazón cuando creaste al hombre varón y hembra. Amén.
Aplicación a la vida
¿Está mi vida adornada con la pureza y la reverencia que representan a un seguidor de Cristo? ¿Sería posible que alguien lo viera y se convirtiera por ello?