Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste, porque tuyos son, y todo lo mío es tuyo y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos.
Juan 17:9-10
Aquí encontramos el motivo de la oración hecha por nuestro Señor por estos once hombres, una razón que tiene su origen en el gran amor y preocupación que siente por ellos. Oró por ellos por el mismo motivo que nosotros oramos los unos por los otros, porque es un amor y una solicitud que mostramos los unos por los otros. Nos habla acerca de tres motivos por los que los amó y se preocupó por ellos.
En primer lugar, porque son “los que me diste”. Esto es, son el don que el Padre le concedió al Hijo. Todos nosotros tenemos algo que nos ha sido dado por alguien a quien queremos. Nosotros consideramos un tesoro ese don, no sólo por su valor intrínseco, sino porque viene de alguien que significa mucho para nosotros. Jesús amaba a estos hombres y se preocupaba por ellos porque representaban lo que el Padre había escogido para Él.
Aquí tenemos una revelación de cómo Dios obra en las vidas humanas. Ya hemos visto algo acerca de ello con anterioridad en esta oración. Jesús es el único que nos concede el derecho de conocer a Dios, este Ser todopoderoso que lanzó los mundos, haciendo que existiesen, y nos diseñó a nosotros con toda nuestra complejidad humana. El conocerle a Él es recibir la más grande bendición en la vida, y el único que tiene derecho de darnos este conocimiento es Jesús. Pero Jesús dice que el Padre también tiene una parte en esto y atrae a ciertas personas a Él. Dios está obrando en nuestras vidas, atrayéndonos a Él de varias maneras. Si usted tiene un verdadero anhelo de la bondad o una pasión por la verdad, ésa es la manera en que el Padre le atrae a usted. Si ama usted las palabras de Jesús y se siente atraído por quien Él es y por lo que dice, ésa es la manera que tiene Dios de atraerle a usted, moviéndose en usted para traerle a Cristo, para que se entregue usted a Él.
En segundo lugar, Él dice que son amados porque “todo lo mío es tuyo y lo tuyo mío”. Porque el Padre se los había dado a Él, le pertenecían a Él. De modo que en Su afecto Él toca sus vidas, porque son Su propiedad; están bajo Su dirección. Escrito al frente del auditorio de nuestra iglesia están las palabras que reflejan las más grandes verdades de la fe cristiana: “No sois vuestros... habéis sido comprados por precio”. Si es usted cristiano, no se pertenece a sí mismo, pertenece a Dios. “Pues habéis sido comprados por precio” (1 Corintios 6:20a). Estos hombres habían sido comprados por este precio y le pertenecían a Él, de manera que Él los atesora.
La tercera razón es que “he sido glorificado en ellos”. Eran hombres escogidos, porque en ellos Jesús vio el medio por el cual toda la gloria que le correspondía a Él se manifestaría. Ellos serían los mensajeros por medio de los cuales el mundo le conocería a Él. De manera que eran infinitamente preciosos y queridos por Él, y por ello ora por estos discípulos.
Señor, ¡qué pensamiento más asombroso, que Tú me consideres a mí como un tesoro, como un don que Te ha sido concedido por Tu Padre!
Aplicación a la vida
De todas las bendiciones que podemos tener en la vida ¿cuál sería la más grande bendición? ¿Cómo podemos nosotros experimentar el acercarnos más a Dios?