No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.
Juan 17:15
En esta sección, el Señor se refiere al gran ámbito de la controversia entre Él mismo y Satanás, el ámbito en el que Satanás lleva a cabo su actividad, es decir, el mundo. A lo largo de todo este discurso encontrará usted dos comunidades: el mundo, que es la sociedad secular organizada en su antipatía en contra de Dios, y la iglesia, el cuerpo de Dios, la familia de Dios.
El Señor sabía que iba a haber este conflicto. Él llamó a un grupo del mundo, no para que se separasen de él, sino para que fuese un grupo diferente. Dios ve siempre a la humanidad dividida en dos categorías. En ocasiones se las llama dos reinos: el reino de Dios y el reino de Satanás. A veces son consideradas desde el punto de vista simbólico como dos ciudades: Jerusalén y Babilonia, pero estas dos existen siempre.
Jesús, conociendo el peligro del mundo, ora por estos discípulos y se refiere al motivo por el que el mundo los odia: “Hablo esto en el mundo”, dice, “para que tengan mi gozo completo en sí mismos” (v. 13). Aquí tenemos a unos hombres que habían aprendido una fuente de gozo que el mundo no sabe cómo conseguir. El mundo odia a los cristianos porque tienen una fuente de vida que el mundo no puede explicar. Satanás intenta destruir esta vida. El demonio es un asesino, y su propósito es destruir de cualquier manera que pueda por medio del engaño de las atracciones del mundo.
Jesús, sabiendo esto, oró por dos cosas muy importantes a favor de estos hombres. Él dijo: “No ruego que los quites del mundo”. Entonces ¿por qué les decimos a los nuevos creyentes: “Mira, eres cristiano; así que, apártate del mundo; evita cualquier contacto con él y no te mezcles nunca con él mientras vivas”. A veces puede ser necesario para un joven cristiano apartarse del mundo durante un tiempo, ¡pero no ser quitado del mundo! Es una violación de la oración de nuestro Señor cuando nos apartamos del mundo y creamos una vida totalmente cristiana con amigos y contactos cristianos y no vamos a ninguna parte a la que van las personas que no son cristianas, sencillamente aislándonos. El resultado es que el mundo se queda sin luz; cae en la decadencia y en las tinieblas, sin ayuda alguna.
Pero, por otro lado, nuestro Señor era consciente de que estos hombres necesitaban ser alejados del maligno. Así que oró para que fuesen protegidos del maligno, de la contaminación con el mundo y todos sus mortales engaños. Es fácil adaptarse al mundo, buscar sus valores y medir su vida conforme a las normas del mundo.
¡Qué cosa tan mortal es ésta! Nuestro Señor está llamando aquí a hombres y mujeres que, como Él mismo, puedan vivir en medio del mundo sin dejarse por ello contaminar por la vida del mundo, siendo en lugar de ello una fuente de liberación para las personas a su alrededor.
Señor, Tú me has puesto en el mundo, aunque yo no pertenezco a él. Pero con demasiada frecuencia pienso y actúo como una persona que pertenece al mundo, cuando, de hecho, te pertenezco a Ti.
Aplicación a la vida
Al comenzar cada día, ¿reconocemos lo vulnerables que somos a los muchos aspectos del mal? ¿Son nuestras vidas evidencia de que le pertenecemos a Jesús?