Éste es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que éste, que uno ponga su vida por sus amigos.
Juan 15:12-13
Esta sección empieza y termina con el mandamiento de Jesús: “Éste es mi mandamiento: Que os améis unos a otros”. El hecho de que esto se exprese en forma de mandato significa que no es una opción en nuestra vida, no es algo que hacemos si nos apetece. Debe ser una respuesta deliberada ante otra persona que sabemos que pertenece a la familia de Dios, sin tener en cuenta cómo nos sintamos respecto a esta persona.
Muchas personas realizan grandes esfuerzos al llegar a este punto, diciendo: “¿Cómo se puede mandar al amor? El amor es un sentimiento, y si no puede usted amar a alguien, no lo puede usted evitar. El amor es nuestro amo; nosotros no lo dominamos”. Las personas que dicen estas cosas revelan que tienen un grave concepto erróneo del amor. Desgraciadamente, somos víctimas de Hollywood en este sentido. Pensamos en el amor como un sentimiento que tenemos de afecto hacia otra persona.
Pero el amor, acerca del cual habla Jesús aquí, es algo totalmente diferente. Hay una cosa de la que podemos estar seguros: Él nunca nos mandaría hacer lo que es imposible para nosotros hacer. El secreto, como es natural, es que nosotros debemos amar, como dice Él: “como yo os he amado”. Esta clase de amor debe surgir de la misma clase de relación que Él tiene con el Padre, que hizo posible que Él nos amase a nosotros. De esta misma manera, y de la misma procedencia, debemos amarnos los unos a los otros con la misma calidad de amor. Él nos amó a nosotros porque Dios es amor y el Padre habitó en Él. Él estaba en el Padre y el Padre en Él. Al rendirse por medio de esta relación, el amor fluyó. No lo pudo evitar, porque Dios es amor y, al rendirnos nosotros en esa relación con el Hijo, el amor fluye de nosotros y tendrá las cualidades que tiene Su amor. Él continúa definiendo para nosotros los aspectos del amor que caracterizan la calidad de Su amor para con nosotros, que también nosotros debemos mostrar los unos para con los otros.
La primera es la que se expresa con estas palabras: “Nadie tiene mayor amor que éste, que uno ponga su vida por los amigos”. El amor pone su vida por otra persona. Todos nosotros sabemos lo absolutamente real que es el ejemplo de Jesús acerca de esto. El Suyo es el mayor amor que ha demostrado nadie hacia sus amigos. Evidentemente esto significa más que simplemente morir físicamente por ellos. Si sólo significase eso, habría muy pocos de nosotros que pudiésemos o que estuviésemos dispuestos a cumplir esto jamás, principalmente porque careceríamos de la oportunidad para hacerlo. ¡Y, como es natural, esto es algo que sólo podríamos hacer una vez! Pero el Señor nos está mandando hacer esto repetidamente. De manera que quiere decir con esto que debemos entregarnos los unos por los otros. Cuando usted realmente se esfuerza por suplir la necesidad de un amigo, cuando está usted dispuesto a dedicar tiempo a alguien que es cristiano sencillamente porque esta persona es cristiana ―no necesariamente porque se siente usted atraído a ella― y está usted dispuesto a desvivirse por y a sacrificarse por él o por ella, está usted poniendo su vida, por lo menos una parte de ella, por esa persona, y esto es en lo que estaba pensando Jesús.
Señor, Tú me has amado con esta clase de amor. Ahora te pido que este mismo amor fluya de mí a otros en el cuerpo de Cristo.
Aplicación a la vida
¿Qué significa amarnos los unos a los otros? ¿Cómo podemos nosotros amar a una persona a la que no nos sentimos atraídos? ¿Qué papel desempeñan los sentimientos en cuanto a que amemos a otros?