Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no cree en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.
Juan 16:8-11
La mayoría de nosotros leemos esto como si el Espíritu Santo fuese a venir al mundo y a trabajar directamente sobre los corazones de las personas que no son creyentes para convencerlas de pecado, de justicia y de juicio. Pero si lo ha leído usted de esta manera, no ha leído correctamente este versículo. Léalo usted de nuevo con el versículo anterior y enfatice usted una palabra clave. Y yo quiero usar esa misma palabra e insertarla en un lugar en el versículo 8, donde no aparece, pero donde el contexto deja claro que debería estar. Jesús dice: “Os conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Consolador no vendrá a vosotros; pero si me voy, os lo enviaré. Y cuando él venga (a vosotros), convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (vv. 7-8).
El Espíritu Santo va a venir a usted, a la iglesia, al cristiano. Y cuando venga al cristiano, esto convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. Por lo tanto, no viene al mundo, viene a nosotros. Pero cuando venga a nosotros y obre en nosotros como tiene el propósito de hacerlo, tendrá este efecto sobre el mundo.
Hay tres cosas que el mundo debería ver al mirar a la iglesia. La primera es que la fuente de la vida es Jesús. Debería ser acusado de pecado, porque no cree en Él. Si la iglesia no hubiese hablado acerca de Jesús, el mundo no habría tardado en olvidarle, porque el mundo quiere olvidarse con desesperación de que Jesús vino y vivió entre nosotros. Es preciso que la iglesia presente a Jesús de manera consistente ante el mundo.
La segunda cosa que es preciso que el mundo vea en la iglesia es la justicia, acerca de la cual dice Jesús: “por cuanto voy al Padre y no me veréis más”. Cuando el mundo mira a la iglesia, debería ver una norma de comportamiento diferente. Lo que en un tiempo vio en Jesús debería verse ahora en la iglesia, y esto es lo que convence al mundo de que hay absolutos en la vida. Los escritores y los filósofos seculares le dirán a usted que no existen los absolutos, y el mundo creerá eso hasta que no vea en la iglesia una norma de comportamiento que haga que se dé cuenta de que existe una justicia perfectamente definida y existe un mal absoluto.
La tercera cosa que debe ver el mundo es el juicio: “por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado”. Al mirar a la iglesia, el mundo debería ver el choque frontal entre su filosofía y la filosofía de Jesucristo, y saber que el que va a ganar es Jesús. Va a haber un juicio, y la señal del mismo es que el poder de Satanás ya ha quedado roto en las vidas que están observando. Esto es lo que debe ver el mundo al mirar a la iglesia.
Señor, permíteme vivir mi vida en el poder del Espíritu Santo, para que el mundo pueda ver la realidad de Jesús.
Aplicación a la vida
¿Cómo convence Dios al mundo del pecado, de la justicia y del juicio? ¿Cómo pueden las personas darse cuenta de que existe una justicia absoluta y un mal absoluto?