Respondió Job y dijo: “Muchas veces he oído cosas como éstas. ¡Consoladores molestos sois todos vosotros! ¿Tendrán fin las palabras vacías? ¿Qué es lo que te anima a responder? También yo podría hablar como vosotros, si vuestra alma estuviera en lugar de la mía. Yo podría hilvanar contra vosotros palabras, y sobre vosotros mover la cabeza”.
Job 16:1-4
En los capítulos 16 y 17, Job responde a sus amigos. No sabe qué decir, pero está intentando ser honesto. La gran cosa acerca de Job es que no es un hipócrita; nunca intenta ocultar o hacer que su caso aparezca bajo una mejor luz; sencillamente expresa impulsivamente todo el dolor y la angustia de su corazón de la mejor manera que puede. Éstas son palabras sarcásticas que proceden de un hombre torturado. Usted puede ver por esto que Satanás, a pesar de haber desaparecido de la escena, se encuentra todavía allí en el fondo, usando a estos amigos como cauces de lo que el apóstol Pablo llama: “los dardos de fuego del maligno” (Efesios 6:16). Estos “dardos de fuego” son las acusaciones del acusador contra los creyentes. Andemos con cuidado para no convertirnos en cauces de las acusaciones de Satanás contra alguien que está sufriendo como sufre Job aquí.
A continuación Job expone los hechos, tal y como los entiende. Primero dice: “Todo lo que puedo concluir, basándome en lo que estoy sufriendo, es que Dios debe de odiarme”. “Su furor me ha destrozado” (Job 16:9a). Job se da cuenta de que incluso las personas a su alrededor le han rechazado, y le atribuye la responsabilidad de estas circunstancias a Dios: “Dios me ha entregado al mentiroso, en las manos de los impíos me ha hecho caer” (Job 16:11).
Job hace a Dios responsable de todo lo que está mal en su vida, a pesar de lo cual, Dios se muestra maravillosamente paciente. No responde en contra de Job, ni tampoco le ataca dominado por la ira. No cabe duda de que Job no es exactamente el mejor ejemplo de fe en las Escrituras. Hombres como Pablo sufrieron enormemente, como le sucedió a Job. Pensamos en ese Sufridor silencioso en el huerto de Getsemaní, que “cuando lo maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino que encomendaba la causa al que juzga justamente” (1 Pedro 2:23). ¿Hasta qué punto no es más elevado el nivel de la respuesta que lo que vemos en el libro de Job? Pero Job es un ejemplo para nosotros de cómo debemos abrirnos camino en nuestra manera natural de ver la vida, de modo que empecemos a ver las cosas bajo una luz diferente. Este libro está aquí para enseñarnos que a veces Dios tiene que traducir la teología, convirtiéndola en una experiencia dolorosa, antes de que nosotros empecemos realmente a captar lo que está intentando decirnos.
Padre, te doy gracias porque Tú enviaste a Tu Hijo, que ha soportado más sufrimiento que yo. Concédeme la fortaleza para soportar lo que Tú quieras permitir en mi vida.
Aplicación a la vida
Cuando nos enfrentamos con un sufrimiento inexplicable o con pruebas que, al parecer, no nos merecemos, ¿vemos a Jesús como nuestro modelo de sufrimiento redentor?