Pero yo sé que mi Redentor vive, y que al fin se levantará sobre el polvo, y que después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios. Lo veré por mí mismo; mis ojos lo verán, no los de otro.
Job 19:25-27a
Ésta es una de las grandes palabras de fe en el Antiguo Testamento, una de las primeras indicaciones de la resurrección del cuerpo que se encuentra en la Palabra de Dios. Lentamente, por medio de la angustia y la penumbra del corazón de este hombre, que tuvo su origen en el patetismo que sintió, aparece el amanecer de la realización de que Dios está llevando a cabo un grande y poderoso propósito y que uno de estos días Dios mismo (Job no ha dejado nunca de ver la gran majestad de Dios y Su poder) estará visiblemente presente ante las personas. Dios mismo vendrá y vindicará todo lo que ha hecho. Ésta es una mirada maravillosa por la fe y, por adelantado, de la encarnación del Señor. Job le llama “mi Redentor y mi Vindicador, el que me defenderá y vindicará todo lo que me ha sucedido”.
Creo que no hay nada que el estudio de este libro de Job haga por nosotros más que hacer que entendamos que la vida es básicamente un misterio. Estamos rodeados por misterio; no podemos entenderlo todo porque se ha pintado usando un lienzo demasiado grande. Es demasiado grande y complicado para que nosotros lo entendamos. Los caminos de Dios están muchas veces muy por encima de nosotros, a pesar de lo cual, Job está aprendiendo gradualmente en medio de su sufrimiento a confiar en Dios que está allí, a confiar que Él proveerá las respuestas y que Él está llevando a cabo un propósito en línea con Su amor. Eso es lo que nos enseña gradualmente la vida.
Elisabeth Elliot describió brevemente la primera vez que quedó viuda. Su marido fue asesinado juntamente con cuatro compañeros en las junglas del Ecuador por miembros de la tribu Auca. Ella se pasó trece años como viuda y después se casó con un hombre maravilloso y agradable, con el cual fue muy feliz solamente durante unos pocos años. Entonces él se murió, llevado por el cáncer. Ella dijo: “Me he pasado seis de la séptima parte de mi vida soltera, a pesar de que he estado casada dos veces. No escogí el don de la viudedad, pero lo acepté como la esfera en la que debo vivir para la gloria de Dios”.
Esto es lo que aprendió Job gradualmente. Dios está llevando a cabo un propósito. No está relacionado de manera concreta con el pecado, aunque, como veremos antes de que acabe el libro, Job aprendió mucho más acerca de la depravación de su propia naturaleza.
Te doy gracias, Señor, por haber enviado a Jesús para que fuese mi Redentor, y yo confío en que Tú estás llevando a cabo Tus propósitos. Ayúdame a aceptar lo que Tú tienes preparado para mí en la esfera en la que debo vivir para la gloria de Dios.
Aplicación a la vida
Cuando la vida se derrumba, dejándonos extrañados, ¿estamos nosotros permitiendo a Dios plantar esperanza y fe en nuestras mentes y en nuestros corazones? ¿Reconocemos humildemente Su sabiduría inescrutable?