¿Qué cosa es el hombre para que sea puro, para que se justifique el nacido de mujer? Dios en sus santos no confía, y ni aun los cielos son puros delante de sus ojos; ¿cuánto menos el hombre, este ser abominable y vil que bebe la iniquidad como agua?
Job 15:14-16
Elifaz regresa, como lo hacen todos los amigos, con su estrecha y desgastada teología. Como es natural, Elifaz está pensando en Job aquí: “abominable y vil que bebe la iniquidad como agua”. Espero que se haya usted dado cuenta de lo equivocado de este argumento. No es que su teología sea equivocada; es correcta. Elifaz está destacando la naturaleza general de la caída y sus efectos sobre la vida humana, en particular la naturaleza depravada del hombre. Y dice con razón que no hay nadie que esté limpio, nadie que sea justo ante Dios. Pero lo que no consigue hacer es explicar concretamente a Job lo que él ha hecho. ¿Cómo puede usted tratar el mal si no sabe lo que es? La gran revelación que está buscando Dios para ayudar a Job a entender es la naturaleza corrupta de su corazón. Pero Dios no acusa nunca a Job por su falta hasta que no empieza a darse cuenta de lo que está mal, mientras estos hombres vienen dispuestos a acusarle con todo lo que está mal en el libro, aunque no tienen prueba alguna. La vida de Job hace que todo lo que ellos dicen sea una mentira. De hecho, ellos mismos son culpables de las mismas cosas que ponen ante Job, porque también ellos forman parte de la raza humana. Elifaz es un hombre nacido de mujer, de manera que es culpable juntamente con Job, basándonos en este hecho, pero no escuchamos nunca una palabra de condena de sí mismo de su boca.
Ésta es la terrible falta de esos amigos, y yo espero que nos enseñe a nosotros una lección muy necesaria. Cuando hablamos con alguien que está sufriendo o viviendo en un estado evidentemente pecaminoso, nunca debemos adoptar la postura de presuntuosa afectación o una complacencia que hace que parezca que nosotros tenemos la razón y que somos fieles pero la otra persona está equivocada.
Elifaz continúa en un largo pasaje argumentando de nuevo, basándose en la experiencia. Vuelve a todo el pasado y dice: “Mi tesis es verdadera; todo lo demuestra: Dios no permitirá al hombre triunfar haciendo uso de la maldad. Los malvados serán castigados. ¡Por lo tanto, si tú estás siendo castigado, debes ser malvado!”. Dice en los versículos 34-35: “Porque la reunión de los impíos será asolada y el fuego consumirá la casa del que soborna. Concibieron dolor, dieron a luz iniquidad y en sus entrañas traman engaño”. Es el mismo agotado golpe en contra de Job: debe de ser culpable de algún terrible pecado.
Señor, líbrame de la teología desgastada, que no procede del estudio de Tu Palabra, sino de mi propio orgullo.
Aplicación a la vida
¿Usamos nuestra afectación teológica para acusar y para herir? ¿Estamos aprendiendo en lugar de eso que la verdad dicha con el amor y la compasión de Cristo es una puerta de entrada en la novedad de vida?