Pero extiende tu mano, toca su hueso y su carne, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia. Dijo Jehová a Satanás:
Él está en tus manos; pero guarda su vida.Job 2:5-6
De nuevo hay una limitación divina al poder de Satanás, pero en esta ocasión es Dios quien mueve los límites apretándolos. Él dice: “Puedes tocarle”. De hecho, cuando Satanás usa la frase “toca su hueso y su carne”, está pidiendo tener acceso total a la humanidad de Job. Nosotros aún usamos esta frase en la actualidad para hablar acerca del cuerpo físico, pero también de la vida emocional, nuestros pensamientos y reacciones conscientes y subconscientes, nuestra alma y nuestro espíritu. Satanás está pidiendo poder tener acceso a Job para tocarle en cuerpo, alma y espíritu, y lo hace en este mismo orden. Cree que, si puede tocar a Job en cada parte de su ser, puede conmover la fe de Job y hacer que deje de confiar y creer en Dios, maldiciéndole en Su rostro mismo.
En una ocasión cuando acabé de predicar un mensaje sobre el primer capítulo de Job, dos jóvenes se me acercaron y me desafiaron. No estaban dispuestos a aceptar la historia de Job como un acontecimiento histórico y no podían creer que jamás hubiese existido un hombre llamado Job que soportase tantas pruebas. Yo les pregunté por qué no, y la respuesta de ellos fue: “Si la historia es verdad, en ese caso Dios no se interesa por la vida humana. Presenta a Dios como un ser despiadado. Job se vio privado de toda su familia. No podemos aceptar esto como una crónica histórica”. Hablando con ellos, me di cuenta de que estaban luchando con los mismos sentimientos con los que muchas personas luchan hoy en día. Ven a Dios como nada más que un ser que piensa y actúa y que no tiene más derechos que el hombre. Pensaban que si un hombre tratase a otra persona de la misma manera que Dios trató a Job, sería acusada de manera justificada de asesinato y crueldad. No se les ocurrió a ellos que a Dios no se le podía acusar de estas cosas, porque en Sus manos está todo lo relacionado con la vida. Él determina el tiempo de vida de cada ser humano.
Es por eso que tenemos el libro de Job, para demostrarnos que hay motivos y propósitos por los que suceden estas pruebas y sufrimientos que nosotros no podemos ver. Job no pudo ver lo que estaba sucediendo detrás del escenario, y nosotros tampoco podemos, a pesar de lo cual, Dios lo sabe. Él tiene un propósito, y es un propósito apropiado y justo que acabará por manifestar de manera más absoluta el amor y la compasión de Su corazón. La prueba de cada aflicción es siempre con este fin.
Padre, yo veo algo sobre el sufrimiento y las lágrimas con las que me encuentro en la vida, a pesar de lo cual, estaré aún en Tu voluntad y Tu mano, protegido y guiado por Tu amor.
Aplicación a la vida
A veces las presiones de la vida amenazan con aplastarnos. ¿Estamos nosotros dispuestos a permitirle a Dios que sea Dios? ¿Estamos aprendiendo nosotros a confiar en Su perfecta voluntad y sabiduría eterna?