Mas Jehová está conmigo como un poderoso gigante; por tanto, los que me persiguen tropezarán y no prevalecerán; serán avergonzados en gran manera, porque no prosperarán; tendrán perpetua confusión, que jamás será olvidada. Jehová de los ejércitos, que pruebas a los justos, que ves los pensamientos y el corazón, ¡vea yo tu venganza de ellos, porque a ti he encomendado mi causa!
Jeremías 20:11-12
Previamente en este capítulo, Jeremías presentó su queja al Señor mientras que estaba en la picota. Pero ahora la fe viene al rescate de Jeremías y comienza a fortalecerle. La fe contrataca para sostener al profeta inseguro. Ahora Jeremías está luchando en contra del asalto del que es víctima. Comienza ahora a evaluar la realidad, a contar como verdad lo que Dios le ha dado a conocer. Ésa es la forma de manejar cualquier situación que da miedo. Puedes estar casi seguro de que la forma en la que lo ves no es la realidad de la situación. Eso es de lo que te tienes que acordar. Parece de esa forma, pero no es de esa forma. Tu mente está siendo asaltada, tus pensamientos torcidos y distorsionados por el aspecto natural de las cosas. La única respuesta es comenzar con Dios, el Inmutable, Aquel que ve las cosas como realmente son. Comienza con Él y con lo que Él te ha dicho, y obra con eso de vuelta a tu situación, y lo verás en una luz completamente distinta.
Eso es lo que hace el profeta aquí. Comienza con Dios: “Mas Jehová está conmigo [ésa es la primera cosa a recordar], como un poderoso gigante [él es un valiente guerrero que sabe cómo luchar y cómo repeler asaltos];... los que me persiguen tropezarán [sus planes no van a funcionar] y no prevalecerán; [de hecho,] serán avergonzados en gran manera, porque no prosperarán”. La fe le asegura de que esto es lo que ocurrirá. Y ésa es la visión correcta, porque eso es lo que ocurrió. Y así clama, en el versículo 13: “¡Cantad a Jehová, alabad a Jehová, porque ha librado la vida del pobre de mano de los malignos!”.
Eso suena como el relato del incidente en Hechos 16 cuando Pablo y Silas, tirados en el calabozo y metidos en la picota en Filipo, comenzaron a la medianoche a cantar alabanzas a Dios, porque su fe estaba atada a Dios y Su grandeza, y no en sus circunstancias. Esto es lo que Jeremías aprendió a hacer: a cantar alabanzas a Dios.
¿Qué le permitió hacer esto? Quizás Jeremías se acordó de lo que Dios le había dicho en el capítulo 1: “Me dijo Jehová: ‘Bien has visto, porque yo vigilo sobre mi palabra para ponerla por obra´” (Jeremías 1:12). Así que, aunque tarde un rato, aunque las cosas no parezcan ir bien al principio, no seas corto de vista y le eches la culpa a Dios, ya que Él “vigilará sobre su palabra para ponerla por obra”.
Un versículo en la carta de Pablo a Timoteo nos resume esto bellamente. Pablo le escribió a Timoteo, en un momento de gran turbulencia, y dijo: “si somos infieles, él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo” (2 Timoteo 2:13).
Gracias, Padre celestial, por este recordatorio de Tu fidelidad al profeta Jeremías, y por Tu fidelidad a Tus promesas hoy.
Aplicación a la vida
¿Cuál es nuestro punto de referencia al evaluar las circunstancias desconcertantes de la vida? ¿Estamos entrenando nuestras mentes para comenzar con la verdad de Dios y Su fidelidad?