Así ha dicho Jehová: “No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que haya de alabarse: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra, porque estas cosas me agradan, dice Jehová”.
Jeremías 9:23-24
¡Qué revelación de la grandeza de Dios! Más allá de la grandeza del hombre, un Dios de sabiduría y conocimiento y poder está obrando. El corazón del profeta estaba dirigido a pensar en eso. La sabiduría del hombre no es suficiente: “No se alabe el sabio en su sabiduría”. ¿Por qué no? Bueno, pues, porque la sabiduría del hombre es siempre una sabiduría parcial. Nunca ve la historia completa; no es lo bastante ancha como para comprender todos los factores involucrados. Es una visión de túnel, estrecha y limitada. Y es por eso que siempre estamos pensando que hemos dado con la solución a los problemas, para darnos cuenta años después de que la “solución” sólo ha hecho peor el problema. La polución es un ejemplo claro, ¿no es cierto? La guerra, y todos los otros grandes problemas con los que nos enfrentamos hoy en día. La sabiduría del hombre no es suficiente. Es limitada.
No, no puedes confiar en la sabiduría del hombre, ¿no es así? Ni en la fuerza del hombre: “ni en su valentía se alabe el valiente”. ¿Por qué no? He aquí un hombre con gran poder y autoridad, una gran fuerza a sus órdenes para hacer lo que él quiera, un dictador, un tirano. ¿Por qué no tiene el derecho de jactarse? Porque su fuerza está tan sólo dirigida hacia las cosas materiales. No tiene el poder de oponerse a una idea o a un valor moral. Continúa: “ni el rico se alabe en sus riquezas”. ¿Por qué no? Porque las riquezas sólo pueden comprar un número muy limitado de cosas. Jesús habló sobre la falsedad de las riquezas. Las riquezas le dan a un hombre un sentido de poder que realmente no tiene. Le dan un sentido de ser amado cuando realmente no lo es, y de ser respetado cuando no es respetado en absoluto. Las riquezas no pueden comprar el amor y el júbilo y la paz y la armonía. Muchos hombres ricos darían todo lo que poseen por unos pocos momentos de paz y júbilo.
Entonces, ¿en qué deberíamos jactarnos? “Ah, jáctate en esto, Jeremías, de que me conoces, y de que tienes disponible la sabiduría de Dios. La verdadera sabiduría es la sabiduría de Dios, y puedes corregir tu propia sabiduría incorrecta, débil y humana con mi sabiduría. Tienes el poder de Dios a tu disposición, más grande que cualquier cosa que el mundo pueda conocer, una fuerza moral poderosa que es irresistible. Tú tienes riquezas que no se pueden comparar, las simples riquezas del amor y paz y júbilo y gracia y misericordia y verdad, que ningún dinero puede comprar. Jáctate en esto.”
Padre, nadie tiene la sabiduría para enfrentarse con la situación que vivimos hoy en día. Te pido que pueda reconocer la necesidad esencial de Ti en mi vida, y que deje de jactarme en mis propios recursos y me jacte tan sólo en Ti.
Aplicación a la vida
¿Hemos descubierto que la sabiduría y el entender humano son débiles, inadecuados y a menudo engañosos? ¿Buscamos primeramente la sabiduría y la guía del Espíritu de Dios, utilizando Su Palabra como nuestra norma?