¿Hasta cuándo estará desierta la tierra y marchita la hierba de todo el campo?... Si corriste con los de a pie y te cansaron, ¿cómo contenderás con los caballos? Y si en la tierra de paz no estabas seguro, ¿cómo harás en la espesura del Jordán?
Jeremías 12:4a-5
Jeremías clama a Dios con algunas preguntas inquietantes que tiene en su mente. Éstas son preguntas comunes que la gente pregunta cuando las cosas comienzan a ir mal en una vida individual, o en la vida de una comunidad o una nación. Oí recientemente que una chica de edad de escuela secundaria, que era bien conocida y bien querida, desapareció misteriosamente unos días antes, y nadie sabía dónde estaba. Todas sus amistades del colegio estaban orando por ella. Era cristiana, y estaban seguros de que Dios la protegería. Pero llegó palabra de que se había hallado su cuerpo. Había sido abusada y matada. Estos jóvenes estaban estupefactos, y estaban preguntando la misma pregunta: “¿Por qué? ¿Si hay un Dios de amor y poder, por qué no pudo haber hecho algo sobre esto? Si es un Dios de poder, podría haber actuado. Si es un Dios de amor, querría actuar. ¿Por qué permanece sentado y deja que cosas como éstas ocurran?”. Ésa es una de las grandes preguntas que se presentan a nuestra fe. Es sobre esto que Jeremías estaba clamando a Dios.
La respuesta de Dios es muy interesante. En esencia, Dios dice: “Jeremías, ¿qué vas a hacer cuando sea peor? Si este tipo de cosas te molestan, si tu fe es desafiada y estás molesto y clamas a mí y preguntas estas preguntas, ¿qué vas a hacer cuando sea mucho peor? ¿Entonces a quién has de volverte? ¿En qué te has de mantener en pie entonces? Si has estado corriendo con los hombres a pie y te cansaste, ¿qué vas a hacer cuando tengas que correr con caballos? Y si al correr en la pradera te has caído, ¿qué vas a hacer cuando tengas que luchar por medio de una jungla caliente y sudorosa, cuya crecimiento espeso te impide el progreso de todas formas?”. Éstas son preguntas escrutadoras, ¿no es cierto?
Sabemos que Jesús dijo que, al llegar al final, vendrán terremotos y hambrunas y guerras, con nación levantándose contra nación, y cosas aterradoras en el mar ―el rugir de las olas― que harían temer al hombre. Y llamó a todo esto “el principio de dolores”, meramente el comienzo de dolores. “Ahora, si la fe se enfría y se vuelve ligera y débil en medio de las presiones de hoy en día”, la pregunta de Dios a Jeremías, y a nosotros, es: “¿Qué es lo que vas a hacer cuando sea peor? ¿Cómo competirás con caballos, cuando te rindes frente a los hombres a pie?”.
Bueno, pues, Jeremías esperaba que Dios le aligerara la carga. ¡Creo que la mayoría de nosotros nos vamos a sorprender en nuestras vidas cristianas cuando lleguemos a la etapa en el desarrollo cristiano en la cual esperamos que Dios constantemente solucione nuestras problemas de forma fácil… y un día no lo haga! Ése siempre es un tiempo sorprendente para nosotros, pero es ahí donde está Jeremías ahora mismo. Dios no dice: “No te preocupes, Jeremías; yo te solucionaré tus problemas. Me encargaré de todo. No tendrás más estrés. Vuélvete a la obra”. Dice: “Jeremías, las cosas se van a poner peor, mucho peor; ¿qué vas a hacer entonces?”.
Dios, concédeme las fuerzas que necesito para estar preparado para cualquier cosa que se me presente en el camino. Sé que no tengo las fuerzas por mí mismo para superarlo, pero Tú me puedes fortalecer para incluso manejar los matorrales junto al Jordán.
Aplicación a la vida
Dios no nos mima en nuestros temores con falsas promesas. ¿Estamos estableciendo costumbres de confianza hoy que nos conducirán por medio de los crecientes problemas y pruebas del mañana?