“¡Consolad, consolad a mi pueblo!”, dice vuestro Dios. Hablad al corazón de Jerusalén; decidle a voces que su tiempo es ya cumplido, que su pecado está perdonado, que doble ha recibido de la mano de Jehová por todos sus pecados.
Isaías 40:1-2
Si el “Mesías” de Handel te es familiar, ciertamente oirás la música de ese gran oratorio en tu cabeza según lees los versículos del capítulo cuarenta de Isaías. Handel eligió los primeros versículos de este capítulo para el coro inicial del “Mesías”.
En una obertura musical, los temas de la pieza completa que han de seguir son presentados en forma breve. Esto es lo que tenemos en los primeros once versículos del capítulo 40, en los cuales Isaías introduce los siguientes capítulos. Es digno de atención que su primer énfasis es esta maravillosa palabra de perdón a Israél. El profeta parece ser llevado hacia adelante en el tiempo a la ocasión de la crucifixión y resurrección de Jesús. Le es dicho que anuncie a la nación desobediente que la base para su perdón ha sido ya consumada. Han de hablar “al corazón de Jerusalén” que su duro servicio ha sido completado, que su pecado ha sido pagado.
Esa última frase, “doble ha recibido... por todos sus pecados”, no significa que Dios haya castigado a la nación dos veces por el requerimiento de sus pecados. Esto es una referencia a una costumbre oriental. Si un hombre debía una deuda que no podía pagar, el acreedor escribía la cantidad de la deuda en un papel y la clavaba en la puerta de la casa del hombre, para que todo el que pasara pudiera ver que el hombre no había pagado sus deudas. Pero si alguien pagaba la deuda por él, entonces el acreedor doblaría el papel por la mitad y lo clavaria en la puerta como testimonio de que la deuda había sido finalmente pagada por completo. Esta bella imagen, por tanto, es el anuncio a Israel como nación de que en la muerte y resurrección de su Mesías ha sido pagada su deuda por completo.
Hoy, así mismo, tanto al judío como gentil se les da el mismo anuncio maravilloso en cuanto a nuestros pecados. En la gran declaración de Pablo en 2ª de Corintios, él dice: “Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación” (2 Corintios 5:19). Ése es el evangelio, las buenas nuevas. Puede que te sientas sobrecargado por los errores, las cosas equivocadas que has hecho, o el daño que hayas causado. Es a ti a quien está dirigida esta asombrosa palabra de perdón y reconciliación. Todo lo que se necesita es confesar tu pecaminosidad y creer que Dios ha llevado sobre Sí mismo tus pecados: “tu pecado es perdonado; has recibido del Señor doble por todos tus pecados”.
Gracias, Padre, por la consolación de Tu perdón que me es ofrecida mediante Tu Hijo, Jesucristo.
Aplicación a la vida
Cuando la aflicción piadosa nos lleva al arrepentimiento, el evangelio del asombroso perdón de Dios nos da la suma consolación. ¿Estamos entonces proclamando estas buenas nuevas por palabra y por hecho?