Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: —Ananías. Él respondió: —Heme aquí, Señor. El Señor le dijo: —Levántate y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso, porque él ora, y ha visto en visión a un hombre llamado Ananías, que entra y pone las manos sobre él para que recobre la vista.
Hechos 9:10-12
Pablo ha sido convertido. Ahora es un cristiano. ¿Y qué es lo primero que experimentó como cristiano? La vida del cuerpo de Cristo. Eso es maravilloso, ¿no es así? Dos cristianos desconocidos le son enviados. Se encuentra con ellos e inmediatamente es ayudado por el fortalecimiento que puede venir del cuerpo, de otros cristianos. Primero hay un hombre llamado Judas. Eso es todo lo que sabemos sobre él. Saulo es llevado a su casa, a quien nunca ha conocido antes. Mientras está ahí, se le manda a un hombre llamado Ananías, para ministrarle.
¿No hay una ironía alegre y poética en esto, que el Espíritu Santo ha elegido dos nombres que son nombres manchados en otros sitios del Nuevo Testamento, Judas y Ananías? Estos nombres pertenecen a otras dos personas: Judas, el traidor de nuestro Señor, y Ananías, el primer cristiano que manifestó el engaño y la hipocresía de una vida irreal. Sin embargo, aquí hay dos personas que llevan los mismos nombres, que son honrados y utilizados por Dios. Es sólo un pequeño detalle, pero es típico del Espíritu Santo el utilizar nombres de esta manera.
Estos hombres vienen y ministran a Pablo. Ananías era reacio a venir, como podemos entender. Saulo había estado dispuesto a arrastrar a la gente a prisión y condenarlos a muerte porque eran cristianos, y, por lo tanto, es de entender que esté reacio. Pero el Señor le calma, diciéndole que vaya, porque Saulo está orando.
Ésa es la primera marca de un cristiano: comienza a orar. Reconoce que Dios reina y que hay una relación entre el hombre y Dios, así que comienza a orar. Dios le dice a Ananías: “No necesitas tener miedo de un hombre que ora. Ve a él, porque él está orando”. Por lo tanto, Saulo de Tarso comenzó a experimentar el júbilo de la vida del cuerpo por medio de estos otros cristianos, que le ministran.
Padre, gracias por esta asombrosa historia de Saulo de Tarso. Gracias por el impacto que su vida ha tenido sobre el mundo como resultado de este encuentro contigo en el camino de Damasco. Gracias por la maravillosa imagen de uno como Pablo siendo incluido en el cuerpo de Cristo. Enséñame a incluir a otros con el mismo espíritu de amor.
Aplicación a la vida
¿Tendemos a pensar de los incrédulos como parias, enemigos, adversarios? ¿Hemos olvidado nuestro propio estado si no por la gracia de Dios? ¿Estamos disponibles para ser los instrumentos de gracia para quien sea a quien Dios nos guíe?