De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él crean recibirán perdón de pecados por su nombre.
Hechos 10:43
Pedro dice: “Puede que no aprecies esto plenamente, pero todo lo que hizo Jesús estaba predicho por los profetas. Muchísimo antes de que viniera, cómo sería y lo que iba a hacer estaba escrito. Cada profeta fue testigo de este único hecho: La única forma en la que podrías encontrar perdón de pecados es al creer en Él. Ése es el gran, final y glorioso impulso del evangelio. Las buenas noticias son que los hombres se les ha dado una manera de ser perdonados de sus pecados”.
Ésta es la necesidad básica de cada corazón humano. Cada uno de nosotros sufre de una terrible conciencia de culpa. Somos gente culpable, y lo sabemos. Eso es lo que nos hace tan inquietos. Es por eso que a veces no podemos soportar estar solos con nosotros mismos, porque tenemos miedo del sentimiento de culpabilidad que nos oprime. Así que la necesidad primaria de nuestras vidas es ser perdonados, para no tener nada en nuestro pasado de lo que tengamos que preocuparnos, para no tener nada que nos haga inseguros del futuro, especialmente nada que nos haga reticentes de aparecer frente a Dios. Por medio de Jesucristo los pecados son perdonados.
¿Has pensado sobre eso, amigo cristiano? ¿Te has parado últimamente y le has dado gracias a Dios porque tus pecados son perdonados? ¿Alguna vez lo has hecho? No sólo los que cometiste antes de hacerte cristiano, todos tus pecados. Todos los futuros así como los del pasado están perdonados ya en Jesucristo. Por lo tanto, Dios no tiene ninguna disputa contigo; te quiere; te acepta. Hagas lo que hagas, Él continuará queriéndote y aceptándote.
Nadie puede tomar esa verdad y utilizarla como licencia para pecar, para salir y hacer lo que te dé la gana. El hacerlo indicaría que nunca has sido regenerado, que nunca entendiste por qué Dios llevó tus pecados. Pero, si has sido nacido de nuevo, sabes que ésta es la más grande e infinita bendición de tu vida: el despertarte cada mañana y recordar que eres un hijo querido en la presencia de Dios. Él te quiere y te acepta. Eres Suyo, y por esa razón estará contigo todo el día, en cada circunstancia de tu experiencia.
Gracias, Padre, por el perdón de mis pecados. Gracias por mandar a Tu Hijo a morir por mí para que esto fuera posible. Y gracias porque te levantaste victorioso sobre la muerte para darme esperanza y vida eterna.
Aplicación a la vida
El apóstol Pablo exulta: “vuestra vida está escondida con Cristo en Dios” (Colosenses 3:3b). Tal es nuestra seguridad, nuestra identidad en Cristo, que nada puede separarnos de Él. ¿Estás viviendo en el entendimiento del completo perdón de Cristo para ti? ¿Despertarás cada día experimentando el gozo de Su presencia libre de culpa?