Así que Pedro estaba custodiado en la cárcel, pero la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él.
Hechos 12:5
Al revisar los acontecimientos de Hechos 12:1-19, una pregunta se nos viene a la mente: ¿Por qué Jacobo fue matado (vea los versículos 1 y 2) y Pedro fue rescatado? ¿No pudo haber salvado a Jacobo también? No hay duda de que lo podría haber hecho. Entonces, ¿por qué no lo hizo? La única respuesta que este capítulo sugiere se encuentra en el versículo 5. Pedro estaba custodiado en la cárcel, igual que Jacobo. Pero la diferencia es que la iglesia hizo oración sincera a Dios por Pedro, y como resultado Pedro fue libertado. Tú dices: “¿Qué diferencia hace? ¿No podría Dios haber libertado a Pedro de todas maneras? Si Dios había determinado que Jacobo moriría y Pedro sería libertado, ¿qué diferencia hizo la oración de la iglesia?”.
Pero no olvidemos nunca lo que Jacobo (no este Jacobo, sino el hermano de Jesús, que escribió la epístola de Santiago) dijo: “pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís” (Santiago 4:2b). En Su sabiduría Dios ha determinado que Su pueblo ha de participar en lo que Él hace. Él está imprimiendo sobre la mente de Su pueblo aquí que cuando el peligro acecha al programa de Dios, o al pueblo de Dios, esto significa una llamada a la oración. Dios oirá esa oración y la contestará y libertará a la gente, cuando no lo hubiera hecho de otra forma.
Ésta es la gran lección de este capítulo. No debemos dar por hechos los acontecimientos de nuestro día, como si no hubiera nada que pudiéramos hacer sobre ellos. La oración se convierte en un impulso potente y poderoso de parte del pueblo de Dios para cambiar acontecimientos. La oración es la respuesta más natural de un corazón dependiente de Dios. Si realmente estás contando con Dios para que Él haga algo, entonces orarás por ello. Confiarás en Él; te comunicarás con Él. Si no estás contando con Él, no orarás. Si realmente estás contando con alguna otra cosa, o alguna otra persona ―si piensas que por tu propia manipulación ingeniosa puedes salirte de una situación, o si estás confiando en otros seres humanos para que cumplan lo que te han dicho― no orarás.
La motivación básica de la oración es un sentido de dependencia. Si realmente piensas que Dios, y tan sólo Dios, puede obrar, y que hay elementos de una situación en la cual sólo Él puede cambiar las cosas, entonces oras. Esto es lo que sucedió en la iglesia primitiva. Cuando se dieron cuenta de que Jacobo había sido ejecutado, y que este ataque malvado del enemigo podía tener éxito, de pronto se aclaró en sus mentes que tenían un papel que desempeñar en el programa de Dios. Debían ir a Dios en oración fervorosa para que Pedro fuera liberado. Y Dios lo liberó de forma maravillosa.
Este pasaje resalta lo que la oración hace por nosotros, y eso es algo básico que debemos aprender hoy. Dios obra de la misma manera hoy que lo hizo en los días del primer siglo, y Él responderá a nuestras oraciones de la misma manera.
Padre, enséñame a orar. No siempre necesito saber qué pedir, pero desesperadamente necesito orar. Necesito orar por otros, orar sobre los peligros que nos acechan como nación y como mundo. Ayúdame a abrir mi corazón y ser sincero frente a Ti. Sé que en el misterio de una oración, un misterio que no puedo comprender, algo está pasando que hace posible la actividad de Tu Santo Espíritu para obrar en formas inusuales, que de otra forma nunca ocurrirían.
Aplicación a la vida
Cuando la oración es alabanza, el enfoque está en el carácter y voluntad de Dios. ¿Estamos aprendiendo a alabarle al orar la oración de Jesús: “pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”?