Algunos días después, viniendo Félix con Drusila, su mujer, que era judía, llamó a Pablo y lo oyó acerca de la fe en Jesucristo. Pero al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó y dijo: “Ahora vete, y cuando tenga oportunidad, te llamaré”. Esperaba también con esto que Pablo le diera dinero para que lo soltara, por lo cual muchas veces lo hacía venir y hablaba con él.
Hechos 24:24-26
Pablo le contó a Félix sobre el juicio venidero. Viene un tiempo en el que cada vida va a ser evaluada, cuando cada ser humano se encontrará de pronto frente a Dios desnudo, con toda su vida frente a él para que todos la vean. Entonces a todos será evidente el valor, o la falta de valor, de esa vida. Jesús habló de ello. Dijo que vendrá un tiempo cuando aquello que es hablado en secreto será gritado desde los tejados, y aquello que está escondido será revelado. Todos los secretos del corazón y todo lo que se hace en secreto será expuesto abiertamente.
Sin duda Pablo le mostró a Félix que Dios está consciente de los corazones del hombre; no lee meramente el exterior. Estamos tan contentos si podemos engañar a la gente por el exterior de nuestras vidas. Pero Pablo le expuso al gobernador el hecho de que estaba tratando con un Dios que lee el corazón. ¿No sería interesante si tuviéramos una cámara que grabara los pensamientos? Imagínate que hoy esa cámara estuviera dirigida a ti, y todos los pensamientos que tienes corriendo por tu mente esta última hora fueran grabados en una cinta de video. ¿Qué pensarías si fuera anunciado que el próximo domingo por la mañana en la iglesia esto sería reproducido en una pantalla?
Esto es exactamente de lo que Dios está hablando: un tiempo en el que todo el mundo verá la vida de todos los demás, exactamente como fue, nada escondido, nada tapado, todo ahí. Entonces la pregunta será: “¿Qué es lo que hiciste con Jesucristo?”. Cuando Pablo razonó de esta forma frente al gobernador, este tuvo miedo. Lo entendió todo. La lógica de lo que estaba diciendo tuvo sentido. Pero esta fue su respuesta: “¡Eso es suficiente por ahora! Te puedes ir. Cuando me sea conveniente, mandaré buscarte”. Lo pospuso. Tenía un hambre por Dios, pero también quería dinero de Pablo.
Jesús dijo: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33). Pero no puedes ponerlas en el mismo nivel de prioridad. No puedes querer a Dios y el dinero. Eso es lo que destruye al hombre. Eso es lo que cegó a este hombre, para que no pudiera ver la importancia de este momento. Tuvo una de las más inusuales oportunidades jamás dadas a un ser humano, el pasar horas con el apóstol Pablo, pero no lo aprovechó. “Vete”, le dijo, “hasta que tenga un tiempo más conveniente”. ¿Sabes de algo más triste, más patético, que esas palabras? Y aunque llamó a Pablo para que viniera a él y habló con él a menudo, nunca volvió a tener miedo. Ese es el peligro que enfrentan los hombres cuando son enfrentados con la realidad de Jesucristo y no hacen nada en cuanto a ello. Sus corazones están endurecidos.
Gracias, Señor Jesús, que has hecho provisión para que pueda tener Tu justicia cubriéndome en el día del juicio.
Aplicación a la vida
¿Estamos dispuestos a revelar nuestros pensamientos y acciones pecaminosos, para que podamos experimentar la maravillosa gracia y perdón de Dios? ¿Sobrepasa la comunión continua con Él el encubrimiento orgulloso?